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Empezó a abrir los ojos, su vista se haya algo desorientada, una fuerte ola de dolor la invadió al tratar de moverse por lo que se mantuvo recostada, solo miraba el techo de la habitación

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Empezó a abrir los ojos, su vista se haya algo desorientada, una fuerte ola de dolor la invadió al tratar de moverse por lo que se mantuvo recostada, solo miraba el techo de la habitación. Sabía dónde se encontraba, el olor a hierbas e incienso se lo demostraban, teniendo encuenta las heridas de su espalda era obvio que la iban a llevar donde los sanadores para curarla.

Se mordió el labio inferior mientras lágrimas salían de sus ojos, los recuerdos golpeaban su mente sin piedad alguna. Recordándole una y otra vez que había fallado.

- Maldición... Lo siento... Lo siento... No pude salvarte... A-xian, lo siento - se cubrió su rostro tratando de que sus llantos no se escucharán - Shijie, te falló... A-xian, lo siento... Shijie, nunca te culpó, nunca... vuelve...-

Aquellas palabras que tanto anhelaban ser escuchadas, al final no lograron ser escuchadas. Palabras que guardaba con esperanza de volver a su hermano, de oír su voz, su risa... Recibir sus tan amados abrazos...

Ella espero tres años, espero a que todo se calmara para poder buscar a su hermano, espero con el dolor de su corazón decir esas palabras. Los hermanos de Yummeng, esperaban reunirse de nuevo, anhelando pasar un momento juntos aunque sea unos segundos... ¡Unos malditos segundos!

Pero esa espera termino, de una manera que nunca apareció ni en sus peores pesadillas. La espera termino, al igual que la vida de su shidi, su hermano, su A-xian.

Prefería esperar otros tres años a que saber  que su hermano estaba muerto, prefería esperar a que sentir este dolor. Ellos se lo quitaron, ellos le quitaron a uno de sus amados hermanos, aquella escena seguía planteada en su mente, y como le gustaba torturarla, se lo repetía una y otra vez, recordándole la mala hermana que había sido.

Ese día murieron personas que antes eran alabas y admiradas, murieron con sus reputaciones manchadas por personas sedientas de dolor y poder que no tienen otra cosa mejor que hacer que arruinar la vida de otros. Ellos murieron no siendo admiradas sino despreciadas y odiadas, odio que nisiquiera se lo merecían. ¿Por qué este mundo tenía que ser tan cruel?

Escucho la puerta abrirse, se limpió rápidamente las lágrimas, pero sus ojos rojos la delataban. Su hermano menor entro con una bandeja con algo de comida y medicina, su hermano no se veía mejor que ella, sus ojeras eran notorias, delataban fácilmente su falta de sueño. Vestía una túnica no tan formal y más cómoda, con algunos detalles blancos, tenía el cabello un poco desarreglado, poco presentable para un líder de una de las sectas más importantes.

- A-cheng... - el mencionado dejo la bandeja aún lado de la cama, espero a que terminara de acomodar las cosas - A-cheng, yo... -

Un golpe sordo se escucho, se tocó la mejilla con una de sus manos con los ojos en blanco mirando sorprendida a su Didi, tratando de procesar un poco el momento, no lo había imaginado, el dolor en su mejilla lo delataba. Su Didi la había abofeteado, y en entonces momentos se encontraba ¿Molesto? ¿Incompetente? ¿Culpable?

AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora