El patriarca yiling y el segundo maestro Lan habían muerto, sus cuerpos se volvieron polvo que fueron llevados contra el viento ¿Se encontrarán en paz? ¿Estarán cuidandolos?
Un cultivador demoníaco y un joven maestro que era el orgullo de su clan...
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Las hojas caían de los árboles mientras el sol se ocultaba entre ellos, al su alrededor podía ver el verde pasto, todo era muy colorido sobre todo lleno de vida. No como el otro bosque que todo era gris y sin vida con los árboles sin hojas a punto de hacerse polvo.
Corrió por el bosque alegre, este lugar era bonito y esperaba que fuera seguro, a lo lejos vio la pequeña cabaña en mal estado donde ellos se escondían. ¿De qué se escondían? Pues de los tipos malos, ellos querían hacerles daño a sus padres, ellos se habían llevado a la abuela, al tío y a su hermano.
Por su culpa A-Niang ha estado triste y A-Die trata de hacerlo feliz, el esperaba que todos fueran felices, que los tipos malos los dejarán en paz, ellos no habían hecho nada malo.
Una vez cerca divisó a su A-Niang quien tenía una sonrisa en el rostro, a su lado estaba su A-Die quien tenía un rostro inexpresivo pero que se notaba lo feliz que estaba, entre sus brazos estaba su hermano menor quién sonreía y saludaba.
Ellos... ¿Al fin tendrán paz? ¿Finalmente los dejarán vivir tranquilos?
Que ingenuo de su parte
El escenario cambio, ya no había un bosque hermoso y lleno de vida, ahora todo estaba lleno de llamas, el verde pasto estaba tintado de rojo bajo sus pies a su alrededor estaban los cuerpos de sus padres, el color rojo los cubría por completo, ambos tenían un brazo estirado hacia él otro, como si quisieran alcanzarse, y en sus muñecas se podía ver como una cinta con patrones de nubes estaba atada y era cubierta por el color rojo.
Al su alrededor podía ver a varias personas vestidas de distintos colores ¿Ellos eran los tipos malos? ¿Por qué los habían atacado? ¿Por qué habían atacado a sus padres? Ellos solo querían un momento de paz, solo querían vivir lejos de toda la gente mala.
En sus brazos estaba su hermano quién ardía en fiebre, se había enfermado y los malos los iban a atacar, sus padres ya no estaban se habían desvanecido en el aire.
Con lágrimas en los ojos apretaba su agarre con el de su hermano, no podía perderlo también, ahora solo eran ellos dos. Tenía que proteger a su hermano a toda costa, esa fue su promesa.
Proteger a las personas que amamos, era una promesa que ambos hermanos se habían hecho, un pacto silencioso que solo ellos sabían.
Desde esa noche los llamaron hijos del demonio.
Abrió los ojos divisando solamente el techo blanco de la habitación, otra vez ese sueño. Calculando bien la hora suponía que eran las 5 am, se había acostumbrado bien a las reglas y tradiciones del clan de su padre.
Se sentó en la cama mirando la otra cama, que se encontraba al otro extremo de la habitación, se encontraba vacía. Antes de siquiera alarmarse detecto el olor a orquídeas cerca suyo, soltó un suspiro volteando a ver.
Al otro lado de la cama se encontraba su hermano completamente dormido, sonrió ante eso y acarició los cabellos de su hermano de manera suave y tranquila.
