Acto VIII. La carta de un ausente

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Fue extraño despertar está mañana sin Emi a mi lado, ella paso la noche en el hospital, pues querían controlarla.
Ahora mismo me estoy dirigiendo, junto con su madre, a buscarla.

Los médicos le recomendaron reposo absoluto, evidentemente es una noticia que no le cayó del todo bien que digamos, bueno, para ser honesto desde anoche no contesta mis mensajes.

—Sigues preocupado ¿Verdad Hisao?—

—Mas que preocupado, me siento algo triste por ella..— supongo que soy muy evidente, almenos lo necesario para que la señora Ibarazaki se de cuenta.

—Comprendo... A mí también me pone triste ver a Emi así, pero de algún modo tiene que entender que es por su bien—

—Eso lo se... Pero imagino que se debe sentir muy deprimida debido ah bueno.. ya sabe..—

—¿Uh?—

—La promesa que le hizo a su padre..—

—Lo se..— La señora Ibarazaki suspira profundamente —En parte también me siento así, imagino que Emi ya te contó que solo corriendo se siente cerca de él—

—Asi es lo recuerdo..—

Habiendo finalizado nuestra conversación nos dirigimos al centro médico dónde nos encontramos con el enfermero y Emi en una silla de ruedas.
Si bien está sonriendo, es evidente que es una sonrisa realmente forzada.

—Hey hola Emi, como te encuentras hoy?—

—Bueno, me siento normal..—

—Ya veo, te traje leche de fresa y unos dulces para que comas—

—Gracias Hisao, quizá los coma luego..—

Realmente se siente muy incómodo, pero tampoco quiero hacerlo saber, no quiero desatar otra batalla.

Nos encontramos regresando al hotel ahora con Emi, nadie dice nada y mucho menos quiere tocar el tema.

—Ohm.. alguien.. puede decirme ¿Que paso con la prueba..?—

Maldita sea de repente el ambiente se siente tan pesado como si estuviera cargado mil kilos. Me alegra que el enfermero haya decidido responder.

—Pues aún no dijimos nada, pensábamos hacerlo el mismo día de la prueba..—

—Comprendo..— Emi mira su regazo apretando sus puños sobre el mismo, para después mirar por la ventana con decepción.

Una vez ya en el hotel la señora Ibarazaki y el enfermero le consultan a Emi si desea distraerse con algo.

—¿Te gustaría comer algo del hotel?—

—Quizas podemos ir a los arcade ¿Que opinas?—

—Uh no, está bien, solo me apetece ir a la habitación a descansar—

Parece que por el momento los intentos de animarla son en vano.

—Esta bien vamos a llevarte—

Usamos el ascensor y la subida es en completo silencio por parte de las cuatro personas dentro del mismo.

Una vez que llegamos a la habitación Emi pregunta si alguien puede llevarla a la cama.

—Claro Emi, pero el doctor me dijo que hoy comiences a tomar estas pastillas, son para evitar alguna complicación—

—¿Otro maldito tratamiento verdad..?—

¿Que? ¿De verdad fue la misma Emi que conocemos? Su respuesta nos deja desconcertado a todos los presentes.

Katawa Shoujo: Un Nuevo DesafioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora