Bajé la mirada y un pétalo con un color blanco ligeramente manchado por la sangre me esperaba, contándome cómo iba a destruir mi vida lentamente.
La confusión no me cabía en el cuerpo, había escuchado sobre esa extraña enfermedad que hacía que vomitaras flores al amor no correspondido. Era una afección mortal y no había manera conocida de curarla. Unas raíces se plantaban en los pulmones, asfixiando a la víctima poco a poco y si se intentaba retirar estas, crecerían más rápido y con el costo de una parte del pulmón del afectado.
Pero todo eso no tenía ningún tipo de sentido, yo no estaba enamorado de nadie. Corrí a mirarme al espejo, buscando en él un tipo de respuesta. Estaba bastante seguro de mis sentimientos, o falta de estos, por nadie. Y pensarás que fui directamente al hospital, como una persona normal haría, pero me quedé en mi sofá: contemplando el desastre que me esperaba en el futuro.
Pasaron días, semanas e incluso meses, pero seguía sin saber la identidad de quien me robó el corazón. Empecé a toser flores enteras: estas tenían cinco perfectos pétalos de color blanco y una búsqueda rápida por internet me hizo darme cuenta que eran jazmines reales. Flores de la sensualidad, ¿qué significaba eso? ¿Qué mi "amor no correspondido" era puramente sexual?
En parte tenía sentido: nunca sentí atracción romántica por nadie y aquello siempre me había parecido lo más extraño de mi enfermedad. Empecé a cuestionarme quien era mi deseo sexual frustrado, decidí llamar así al creador o creadora de mi maldición. Era muy extraño como cuando la gente hablaba de esta enfermedad decían de saber quién era el creador con muchísima facilidad. No estaba preparado para morir, ni para dejar este mundo sin saber quien me había arrancado de mi vida.
Y no fue hasta que estaba postrado en una cama de hospital, entubado hasta que no se me podía ni reconocer que realmente me di cuenta de mi gran error y la persona creadora de mis flores. Mi mejor amiga me agarró de la mano, llorando y maldiciendo a aquella persona que me hubiera hecho eso. De pronto su prometido entró a la sala, y caí de mi ensueño.
Su largo cabello, normalmente recogido en un moño, sus labios tan simétricos y sus ojos de color café me sonrieron en sorna, como un gran: "Vas a morir por nuestra culpa, que gracioso". Y mientras mi corazón dejaba de latir, seguramente de la pena, lo único en lo que podía pensar era en como un maldito rechazo de hace diez años iba a llevarme a la tumba. Curioso como nuestras mentes funcionan. Curioso, sí...
17/11/20 – 443 palabras
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Trozos de porcelana rota:
Short StoryUna alma rota, unas venas llenas de tinta, una siendo llamada loca y una historia en ruinas. Un libro donde publicar mis relatos cortos y poemas.