Esnifarse Mierda:
Yo me drogo
con los libros llenos del saber
y con el olor de una pincelada.
También me meto en vena:
el color del firmamento
y el sentimiento de escuchar música.
Obviamente me fumo a caladas
estos extraños versos
y estos relatos incompletos.
Ser tu Recuerdo:
Recuérdame,
con tus ojos tranquilos
y alma mansa.
Recuérdame,
por aquello que hice bien,
y lo que no, olvídalo.
Recuérdame,
con tu corona de sabiduría,
con tus alas de conocimiento.
Recuérdame,
por todas aquellas enseñanzas,
por mis errores y aciertos.
Porque cuando muera,
y vaya a parar al infierno,
pasaré por el cielo,
para ver como has cambiado en el tiempo.
Y sé que entonces me recordarás,
con tu sonrisa de calma.
Entonces será,
cuando pueda descansar.
Guerra Infinita:
En una guerra de palabras,
de literatura encontrada,
versos de odio y sus desgracias,
y textos de sangre robada.
Y allí se encuentra un escritor,
armado con amor a las palabras,
cuidado por inspiración infinita
y con una corona hecha de tinta.
El método más lento de tortura:
A veces me pregunto:
"¿Y por qué poesía?"
¡Vaya manera de matarse lentamente!
Unos escogen fumar,
otros se deciden por la cuchilla
y algunos por tóxicas bebidas.
Mas los versos es un método curioso:
me desangro cada vez que escribo,
me da jaqueca cada vez que rimo,
me casi muero cada vez que imagino,
y me apuñalo cada vez que me inspiro.
Mas la presión constante de mi cerebro
para,
el constante tránsito de pensamientos
se apaga,
los demonios ensordecedores
callan,
y el espejo deformado que me sigue
se rompe.
Un Dios (no) misericordioso:
Nunca se reza por los suicidas.
Nunca se llora por sus muñecas,
tan y tan llenas de cicatrices.
Gritan que su Dios es todopoderoso,
que en él encuentran perdón y amor.
Mas cuando una alma hermana grita,
y grita tan fuerte que ni siquiera
la inevitable muerte se resiste a su canto;
las miradas de las iglesias
se vuelven en asco,
en repudio, en repulsión y en tristeza.
Y yo, una suicida más entre la multitud,
os digo a vosotros en la iglesia
delante de vuestro Dios
que podéis ir al infierno que tanto teméis.
¡No repudio mi vida más que vosotros
a la muerte de mis compañeros!
Os podéis meter vuestros rezos
en vuestras ostentosas catedrales,
o rezáis por los dolores de todos
o no fijáis que os importamos.
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Trozos de porcelana rota:
Historia CortaUna alma rota, unas venas llenas de tinta, una siendo llamada loca y una historia en ruinas. Un libro donde publicar mis relatos cortos y poemas.