Un mes completo había transcurrido.
Hermione se encontraba recostada en su cama. Sus compañeras de cuarto se habían ido hacía más de treinta minutos al gran comedor para la despedida de fin de curso. Pero ella simplemente quería estar un poco más entre las sabanas. Se sentía extremadamente intranquila, pero ya era tarde para dar marcha atrás y ahora con las mantas cubriéndola hasta la cabeza, en lo único que tendría que concentrarse era en no vomitar por los nervios.
La semana anterior les había comunicado a sus padres que pasaría las vacaciones en la casa de Draco.
Con sus amigos se le había complicado un poco más, hasta que habló con Harry en privado y le hizo entender que era una excelente oportunidad para pasar tiempo a solas con el pelirrojo.
Ginny, se lo había puesto tan difícil como Ron, preguntándole unas mil quinientas veces, porque no podía pasar la mitad de las vacaciones con Draco y su madre y la otra mitad con ellos. Para su suerte, Harry había intervenido a su favor diciendo a los gritos ya harto de tanto acoso: Por favor, chicos, tampoco es que se va a ir tres años ¿No? y después de eso, nadie había dicho más nada sobre el tema, excepto Ron, que soltó un par de improperios dirigidos al rubio. Pero lo terminó aceptando después de que Harry le prometiera "Sí dejaba el tema de una vez" las últimas entradas para ir a ver a Viktor Krum, que jugaría el segundo domingo del mes entrante.
La castaña miró los dorsales de su cama y exhaló largamente. Tomando coraje decidió levantarse, arreglar su equipaje, ducharse y bajar al encuentro de sus amigos.
¡Eso sí!, ni loca comía algo, porque lo más probable fuera que lo devolviera al instante.
El gran comedor estaba abarrotado de estudiantes frenéticos. A lo lejos divisó a Draco que la llamaba agitando su mano levantada.
— ¡Buenos días! ¿Cómo te encuentras?—le preguntó, esquivando por poco a un grupo de niños de primer año que corrían a toda velocidad rumbo a la salida.
—Terriblemente mal del estómago—confesó acariciándoselo.
—Es comprensible que estés nerviosa—tomó su bolso de mano para restarle peso y emprender la marcha—. ¿Nos vamos?
—Sí, pero antes me despediré de los chicos, se marcharán directo a la madriguera por la red Flu de la dirección.
—Bien. ¡No te tardes!—el rubio se adelantó para conseguir un buen vagón. El expreso saldría en quince minutos y maldeciría todo el viaje sí no encontraba uno vacío.
Después de besos, abrazos, promesas de cartas semanales y alguna que otra súplica de último momento por parte de Ginny, se apresuró para llegar al tren.
El viaje se había hecho más corto de lo que hubiera querido.
Hermione reconoció a Narcissa a la distancia que los esperaba con una sonrisa de oreja a oreja en la plataforma 9 ¾.
Media hora después todos se encontraban parados en la puerta del hogar Black, con sus maletas en mano.
—Bueno, jóvenes no se queden ahí ¡Pasen!—invitó la mujer, quitándose su abrigo—. ¡Draco! Calienta agua para un té, querido—ordenó.
—Pero mamá...—protestó. Odiaba los quehaceres, por mínimos que fueran. Hasta el año pasado nunca había tenido la necesidad de levantar ni una mísera servilleta de la mesa, pero ahora con su nueva vida su madre le pedía que ayudara con frecuencia, argumentando que no podía depender de los elfos domésticos toda la vida.
—Pero nada, Draco... ¡Ve y calienta el agua!—le regañó con falsa dureza—Ustedes, acompáñenme al living, por favor—Hermione, Blaise y Luna, la siguieron a la sala contigua, riendo por lo bajo por los berrinches de su amigo.
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Mi inesperada familia del corazón
De TodoBueno, no mucha. Mujer/Mujer. Alguna escena perdida de violencia y poco lenguaje inapropiado...bastante suave. Esta historia es Bellamione