20 | blinding instincts

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CAPÍTULO VEINTE: INSTINTOS CEGADORES

CAPÍTULO VEINTE: INSTINTOS CEGADORES

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ALESSIA SE SENTÍA CASI AHOGADA. La conversación con Jay no había ido del todo bien, y caminaba con prisa por los pasillos de Auradon. No podía admitir a donde se dirigía, pero de lo que si estaba segura era de que quería salir de allí. No le importó cruzarse con personas que la saludaron luego de tanto tiempo, y una vez llegó a las afueras del recinto, se dió cuenta de lo mal educada que había sido al ignorarlos, pero lo hecho, hecho está.

Caminaba casi en circulos por los árboles, y sintió como el aire fresco comenzaba a calmar sus tensiones. Respiró profundo un par de veces, hasta que levantó la vista y comenzó a admirar los árboles a su alrededor. Caminó entre ellos, perdida en la belleza de la naturaleza, hasta que llegó a un punto donde lo único que se veía era verde y árboles. Fue ahí cuando supo, y se dio cuenta de lo mucho que había caminado. A un par de metros de ella divisó una roca algo grande, y no le tomó mucho tiempo tomar la decisión de acercarse y descansar un poco ahí.

Sus pensamientos eran confusos, y las imágenes de lo ocurrido hace un par de meses se repetían una y otra vez. Cerraba sus ojos con impotencia. Quería dejar de pensar en ello, sabía que no le hacía bien. Nunca imaginó guardar tanto rencor hacía una persona, y se sentía algo mal por la forma en la que había respondido a Jay. Sabía que el chico no era un completo santo, pero, habían formas y formas de expresarse y ella había elegido la forma equivocada.

Trató de concentrarse en el sonido de la naturaleza, y en la sensación tranquilizadora que esta le producía, hasta que lo escuchó.

El sonido del mar.

Sabía que Auradon estaba rodeado de mucha naturaleza, lagos y rios. Pero también sabía sobre el mar que cruzaba entre Auradon, y la isla de los perdidos. Sabía como había brillado su collar aquella mañana, y se imaginó que quizás estar en el agua ayudaría a calmar sus pensamientos.

Miró hacia todos lados, notando que no estaba muy lejos de la costa, cosa que la alegró. Rápidamente se puso de pie, y caminó en dirección al agua. No pasaron más de tres minutos, cuando ya a la distancia notó la gran mancha azul bajo el cielo, y apuró un poco su paso. Una vez llegó a la orilla, se agachó y tocó el agua. Inconscientemente, sonrió.

-Está bien, haremos esto.-se susurró así misma. Las imágenes de su abuelo, explicándole la manera de transformarse en sirena y viceversa se repitieron en su cabeza. Él había sido bastante claro con que ella podría transformarse a su voluntad, siempre y cuando estuviera relajada y deseando completamente estar en la forma deseada. Según sus padres, el collar dificultaría un poco el proceso, pero nada que fuera imposible. Alessia había practicado las veces suficientes, y estaba segura de que podría lograrlo. Cada vez que se transformaba, no podía evitar colocarse algo nerviosa.

Por lo que cerró sus ojos, suspiró hondo y se imagino a si misma con su larga cola azul. Se imagino a si misma nadando por el gran mar abierto, y trató de recordar aquél sentimiento que le producía cada vez que se encontraba bajo el agua. Contó hasta tres mentalmente, y se lanzó.

𝑬𝒍𝒚𝒔𝒊𝒂𝒏 ; 𝑫𝒆𝒔𝒄𝒆𝒏𝒅𝒂𝒏𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora