En una jodida oficina

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"Así que prácticas yoga? No lo creo " negaba mi padre sin poder creer lo que estaba oyendo mientras que cortaba un pedazo de carne gigante y se lo metía a la boca. "Cuentalé Adam " me incito mi madre para que le contará a mi padre de el día en que me llevo a la ridícula clase de yoga, supuestamente por que me iba a relajar, pero el resultado fue todo lo contrario.
"Pues sí mi mama me llevo, pero al otro día quede todo a dolorido. " "Lo vez ? " mama se reía mientras que servía ensalada en su plato. "Cuando fue eso? Nunca me consultaste" le reprocho mi padre. "No tengo que consultarte todo lo que hago" dijo mi madre casi partiendosé en dos de la risa con mi padre. "Tu papa necesita yoga".

Después de haber hablado de mucha basura sin sentido y haber terminado de cenar, me levanté de la mesa haciendo camino para largarme a mi habitación. Pero no, como siempre algo me tiene que detener.

"Oye Adam Te toca limpiar, tu mama cocino y yo trabaje todo el día. tu que hiciste?" Me dijo mi padre con el mismo tono acusador de siempre. Me devolví, para recoger los platos y llevarlos al fregadero de mala gana .
mientras enjabonaba un plato, escuche unas risitas que captaron mi atención. Me acerque a la sala para asomarme por el cristal que daba hacia el patio trasero y ver a mi padres bailar al alrededor de la piscina.

las pequeñas luces que estaba enredadas en los árboles y la noche haciendo fuego junto a ellas, hacían el ambiente ridículamente romántico. Me dio risa al verlos de esa manera. Por qué mientras que mi padre le daba vueltas en el aire ella no paraba de sonreír y aferrarse al el como si la vida se le fuera en ello.

Salí a tomar el aire, por la puerta principal de la casa para no interrumpir el momento. cerré la puerta detrás de mi y metí las manos en los bolsillos de mis pantalones. mientras que observaba el cielo que contenían unas estrellas palpitantes se me vinieron unos pensamientos que desde que tengo memoria, han estado ahí.

Nunca he entendido por que todo el mundo pueden tener sus vidas normales y cotidianas excepto yo, no es que me haga falta algo, al contrario siempre lo he tenido todo. Pero siento un vacío en mi corazón como si me hubieran quitado una parte dentro de mi y la hubieran enrollado para volver a ponerla en su sitio.
" Vacío" así me siento cada día de mi vida. Me pregunto si los demás sentirán los mismo o solamente pasan he ignoran lo que sienten en realidad.

Unos gritos interrumpieron mis pensamientos contradictorios para hacerme sobresaltar y mirar de la casa que provenía el bullicio. Cuando gire vi una cara muy conocida que desde que llegue aquí mis ojos han viajado por ella de extremo extremó como si de un sueño se tratase.

-"déjame en paz Zac ya te lo he dicho!! Solo te quiero como amigo."-
Nicole le dijo al idiota de ayer empujandolo hacía el carro. me reí en mi fuero interno de la forma en que lo mando a la friend zone. -"déjame explicarte por fa.."-
el imbécil le contesto cogiéndola de la mano, Pero ella se percató de que yo estaba mirando y lo soltó como si le quemara, haciendo que el tal Zac se volteará a mirar.

El idiota se giró para mirar hacia donde ella había dirigido su mirada "Que estas mirando?! Grito el tarado hacia a mi. Apreté los puños para contar en mi mente hasta diez para no perder el control he ir hacia el y volarle la cabeza dos.
Vi como los labios de Nicole se movieron rápidamente diciéndole algo al oído.
El rubio puso mala cara como si hubiera escuchado a Satán hablar y se alejo de ella para adentrarse en su auto y marcharse.

Me quede mirando la figura lejana de ella como cuando un lobo contempla la luna. una pequeña sonrisa salió de mis labios sin pedir permiso. ella trato de hacer los mismo ocultando su sonrisa hacia su hombro y al instante ella se giró para entrar a su casa y cerrar la puerta detrás de ella. Yo hice lo mismo ya que mis padres se preguntarían en donde estaba y porque me demoraba tanto.

Me quite la ropa arrojándola al cesto de la ropa sucia para colocarme un pantalón de chandal junto una camisa blanca de cuello v. Me acosté boca abajo con las manos hundidas en los lados de la almohada, sentí como los párpados se me caían poco a poco hasta fundirme en un profundo sueño para quedar inconsciente.

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Me puse mi chaqueta de cuero junto con mis supras negras para bajar las escaleras y salir de mi casa. Me subí en mi moto introduciendo la llave en el switch girándola hacia la derecha, haciendo que se encendiera el diminuto bombillo verde en el tablero. presione la palanca de cambio hacia abajo, acelerando con la mano derecha para arrancar con mucha potencia.

la carretera estaba libre de carros y de personas así que no me moleste en acelerar más. el aire que golpeaba en mi cara con el olor de los árboles que estaban en el bosque cerca de la carretera, me daba un suspiro de relajación que se extendía por todos mis músculos.

el trayecto de mi casa hacia la ciudad era corto y en menos de treinta minutos ya estaba deteniendome en los molestos semáforos centrales. Me dirigí hacia el alto edificio donde quedaba el consultorio de la psicóloga, que mis padres me habían encontrado para resolver mis supuestos problemas de irá. La verdad no me incomodaba ir y Aveces creo que me gustaba contarle lo que me pasaba a alguien quien me escuchara y me aconsejará de verdad. y la doctora benett emanaba confianza así que no me disgustaba del todo.

Llegue al edificio de cristales y conduje hasta el parqueadero para estacionar la moto. Me quite el casco con el morral que llevaba en mi espalda para llevarlo de un solo brazo, para entrar por la puerta principal del lujoso y cristalino edificio.

Camine encima de las grandes baldosas color blanco del perfecto e impecable suelo, eran tan pulcras que Juraría que podía ver mi reflejo en ellas.

Me sentí vigilado por el guardia que estaba parado en una esquina con un uniforme blanco ridículamente estúpido. había decido ignóralo pero el sólo hecho de mirarlo hizo que me partiera de la risa, al percatarme de que otras personas me estaban mirando me erguí y seguí derecho por la alfombra vino tinto que me llevaba hacia el elevador. espere que se bajarán el montón de personas que estaban dentro para oprimir el botón número 36 y esperar con los brazos cruzados moviendo mi dedos continuamente impacientes.

Después de cinco minutos hizo un sonido de timbre como los que hay en una recepción, indicando que ya había llegado al piso. Salí de allí y camine por el corredor, vi como las personas salían de una oficia a otra. Rogándole a dios que cuando me tocara trabajar no fuese en una jodida oficina con un engreído jefe con cara de haber olido mierda.

Busque la puerta que indicara el número 360A y después de lo que pareció una eternidad la encontré al fondo a la izquierda al final del corredor. Antes que diera tres golpes con mis nudillos ya se escuchaban los pasos que venían de atrás de la puerta.

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