Capítulo III - La valentía de un samurái

305 36 12
                                    

Lo que comenzó como una simple idea, nacida de un pequeño interés, termino por llevar a Schneider y Kaltz a sentir autentica curiosidad por conocer más sobre Benji y su país. Ambos rubios fieles a sus raíces alemanas nunca tuvieron consideración por abandonar su preciada Alemania, no poseían necesidad para ello, ante sus ojos, su patria les ofrecía todo aquello que podía hacerlos sentirse orgullosos de llamarse alemanes. Durante su pequeño descanso, ambos pudieron comprender que Benji, al igual que ellos, poseía un gran amor por su país, no obstante, él había elegido dejar su hogar para desafiar ese muro que parecía retener el progreso en el futbol japonés.

Tanto Schneider como Kaltz sentían admiración por su compañero, que a tan corta edad se aventuró a un país desconocido sin compañía alguna, y aun si a ambos les daba curiosidad preguntar por la opinión que la familia de su compañero pudo haber tenido cuando este debió exponer sus intenciones, por alguna razón ninguno encontró fuerzas suficientes para efectuar tal pregunta.

Tras reanudar su entrenamiento, ambos rubios continuaban dándole vueltas al como Benji podía mostrarse tan tranquilo, desde el primer día nunca se mostró especialmente preocupado por no poder comunicarse o desconocer por completo las calles. Su práctica encontró fin cuando el sonar de un celular se hizo escuchar. Nuevamente Schneider recibía una llamada, aunque en dicha ocasión se trataba de su madre, quien le pedía no llegar demasiado tarde a casa. De igual forma, Kaltz recibió un mensaje por parte de su padre, diciéndole que lo quería en casa para antes de las 11:30. Contemplando como sus dos compañeros atendían a las preocupaciones de sus respectivas familias, Benji continúo guardando sus cosas, necesitaba distraerse en cualquier otra cosa. Tras un par de segundos, finalmente se prepararon para irse por distintos caminos, cuando Schneider recordó algo.

—¿Benji, hacia donde queda tu casa?

El mencionado se quedó pensativo por unos momentos, más solo dio como respuesta un aproximado del tiempo que le tomaría ir de donde se encontraban a su hogar.

—¡Eso es mucho tiempo! —exclamó Kaltz sorprendido por escuchar aquello, si las cuentas no le fallaban, Benji terminaría llegando a su hogar casi a medianoche, y eso casi corriendo—. Es muy tarde para que camines hasta tu casa solo.

—Está bien —afirmo el azabache con suma tranquilidad—. En mi país solía hacer lo mismo... y nunca ocurrió nada.

Schneider habiendo escuchando atentamente la respuesta de Benji, pudo sentir cierta duda, incluso pudo percatarse de la pequeña pausa que su compañero había hecho. Existía verdad en que Japón no era un país con una alta tasa de crímenes, existían algunos casos que, si eran bastante espeluznantes, sin embargo, aquel país era uno donde incluso los niños de primaria acostumbraban ir solos al colegio u a casa de sus amigos. No obstante, estaban fuera de aquel país, e independientemente de cualquier cosa, nunca se podía estar seguro sobre que no pudiera ocurrir algo a tan altas horas de la noche. Haciendo una llamada, Schneider informo que tardaría un poco en llegar a casa, de igual forma, Kaltz también pidió permiso para extender un poco más su hora de llegada. Finalmente, Benji se encontró siendo acompañado por ambos rubios, quienes ni siquiera le dieron tiempo a pensar alguna excusa para evitar que debieran acompañarlo hasta su hogar.

Durante el camino, aunque los tres conversaban sobre algunas cosas que pudieron notar en su entrenamiento, Schneider presto cuidadosa atención al camino. La calle por la cual se encontraban caminando no poseía mucha iluminación y tampoco era muy transitada, además de que había varios terrenos baldíos escondidos entre las casas, los cuales apenas podían distinguirse. Encontraba sorpresivo que Benji pudiera caminar por ese camino sin miedo a ser asaltado. Tras casi una hora de camino, llegaron hasta una zona mucho más iluminada y más habitada, pocos minutos les tomó darse cuenta que se encontraban en un sector bastante decente, cuyas casas eran bastante simples y con tamaños pequeños. Andando por algunos minutos, se detuvieron frente a una casa pintada de un color beige.

Beautiful Smile (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora