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Buenos Días- me dijo mi amo en cuanto abrí mis ojos, le regalé una cálida sonrisa, mientras intenté acomodarme pero el dolor de los golpes, no me lo permitió.
- ¡¡ aauch!!- me queje.
- tranquila, no tienes necesidad de levantarte- lo ví tomar una bandeja con una taza, y cosas para comer. - éste es tu desayuno- me dijo amablemente.
Me lo acercó y colocó en las piernas. - cómo cambian las cosas, hace unos días tu eras mi esclava y hoy soy yo quién te atiende- comentó burlóna.
- oh, lo siento señora- intenté disculparme, no quería ser una molestia para élla. Una idea aterradora cruzó por mi cabeza, quise levantarme otra vez, demostrarle que pesé a las heridas podía satisfacerlo, pero élla acarició mi mejilla, con sus manos.
- tranquila- susurró, rozando su mano en mi rostro, sentir su calor me hizo cerrar los ojos, ¿ qué me estaba pasando?.
- quiero saber ¿ quién te hizo esto?- me pregunto.
Yo dudé en decirle, no quería problemas, además vamos, no es que era un Ángel, no valía nada.
- ¿ no quieres que me enfade o si?, dímelo-
Yo negué con la cabeza y resignada le dije - el... se... señor... Sebastián, pero esta bien, soy una puta, me lo merezco, después de todo, trabajo para usted- le dije en un tono de voz alterado, él lo notó y me abrazo.
- Daniela, escucha... nadie puede obligarte a nada... no importa, el hecho de que estés acá sea por el motivo que sea, ¿ vos querías tener sexo con él?-
Negué con la cabeza, claro que no. Por alguna razón lejos de mi compresión solo lo quería a él, quizás por que desde siempre, dentro de su frialdad, encontró un poco de dulzura para mí.
- entonces no tenía razón alguna para tocarte- dijo furiosoa. Luego tomó un alfajor que había en la bandeja y me dió de comer en la boca.
- no hay necesidad de esto- le dije risueña, me parecía exagerado.
Él guardó silencio, y siguió dandome de comer. Quería besarlo, desde mi llegada el sabor de sus labios era un misterio y aquella voz dentro de mí, que muchos puede decir que es la consciencia, me decía que le arrancará la máscara y la besara. Sin embargo, no lo hice. No me animé, no quería que se enojará conmigo, por tomarme más atribuciones de lo que él me permitía.
Después de desayunar, me recargue en las almohadas y me quede observándolo un buen rato. Se había ido a su balcón a hablar por celular, supongo que por algo de la empresa, caminaba de un lado a otro, parecía nervioso.
Quizás parezca monótona pero de verdad quería entender mis sentimientos, por qué se los quería decir pero ¿ cómo explicar algo que no sabes que es?.
Entró y se sentó al lado, yo la miré y me fui acomodando hasta quedar muy pegada a él, quería sentirlo, tenía puesto un camisón negro que élla misma me habia dado la noche anterior, me lo saqué con dificultad...
- ¿ qué haces?- lo escuché reclamar, era intenso con el tema del reposo.
No le quité los ojos de encima, pero si me movia de forma muy tímida, buscando mis límites. Cuando estuve muy pegada a él, llevé una mano a su pecho, la idea desabrochar los botones, pero el me detuvo, poniendo su mano encima de la mía.
- no, no tengo nada abajo- me dijo.
En lugar de desistir besé su cuello de manera lenta, sabía que de a poco lo iba encendiendo ya qué había pasado su mano, por debajo y la había puesto en mi cintura, y con esa, me llevaba más hacía élla, además su respiración comenzaba a agitarse.
Al final, acepto, estaba nerviosa.
- no te va a gustar lo que vas a ver- susurró.
Cuando le saqué la camisa vi su pecho, totalmente "desfigurado"  parecía un papel arrugado.
Lo podía sentir nerviosa, seguí besando su cuello, me aseguré de sentir el sabor de su piel, de a poco, fue recargando mi peso encima de él, logrando de esa forma, que quedará acostado, sus manos rozaban mi piel, como queriendo detenerme, pero sin poder lograrlo.
Baje de a poco, besé cada centímetro de su piel, cada cicatriz, hasta que llegue a su pantalón lo desabroche y se lo saqué, lo deje desnudo para mí, era la primera vez que lo veía sin ropa, tome su miembro con una mano y le pase la lengua, lento, quería disfrutarlo, intentar impregnarme de su aroma, el cuál nunca se tendría que a ver ido, el calor de su piel lograba en cierta forma cubrir los golpes de mi ataque. Me metí a la boca, los testículos, mientras lo escuchaba gemir, diciendo lo buena chica que era, me encantaba escucharlo halagarme, me hacía sentir especial, después de todo, había sido el único en todos mis años de vida que me decía cumplidos.
Luego de succionar los testículos, introduje sutilmente la punta de su pene, y de a poco lo fui metiendo por completo.
Me deleite con su sabor, por unos minutos. Mi intimidad estaba completamente mojada, ¿ qué tenía ese hombre?, volví a subir hasta quedar en su pelvis, donde élla se encargó de acomodar su pene para que entrará en mí.
Largue un suspiro de placer, cuando lo sentí dentro, empecé a moverme en círculos, al mismo tiempo que élla tomaba mis caderas, yo me incliné hasta quedar cara a cara con élla.
Le di pequeños besos en su máscara, mientras dejaba que el marcará el compás de mis movimientos, para qué se sincronizaran con los suyos, mis pezones rozaban su pecho, haciendo que estos se endurezcan.
Todo en aquella habitación era lento, como si por fin habíamos entendido que el tiempo era algo que nos sobraba, quizás en un primer momento teniamos miedo de que alguno de los dos dejará aquel juego.
Sus manos se posaban tímidamente en mi cuerpo, se ubicaban en mi cadera, pero también solían acariciar mi espalda.
Intenté moverme un poco más rápido, estaba cegada por causa del deseo, pero él me detuvo.
- tranquila, recuerda que estas lesionada- me susurró.
Deje de besar su máscara, y me recoste en su pecho, sin dejar de movernos, en realidad, no quería que aquello acabará, ser dos cuerpos en uno era todo lo que pedía, es por eso que ese día tome una decisión, pero decidí callar, ese no era el momento de hablar, los únicos sonidos que debían salir de nuestra boca, eran aquellos gemidos de placer, que funcionaba de banda Sonora para nuestros movimientos....

Voten

El Diario De Una Sumisa Caché (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora