Prólogo

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La brisa era desagradable, no solo era demasiado cálida y parecía estar sobrecargada, sino que también aventaba el horripilante aroma a podredumbre directo a sus fosas nasales.
Los múltiples cuerpos partidos en más piezas de lo imaginable, la sangre esparcida de una forma atroz por todo el lugar, el alto fuego de las grandes fogatas y las pieles de animales colgadas de las vigas de madera creaban un cóctel repugnante que, aunque lo quisiera de lo más profundo de su ser, era inevitable de ver.
La sangre de múltiples familiares salpicaban sus faldas que hace tan solo algunos minutos eran completamente blancas, impecable, su vestido nuevo ahora estaba manchado en la muerte misma. Los techos de paja de las pequeñas cabañas de su tribu también se encontraban decoradas por los restos de cuerpos, como brazos y piernas, pero lo que le causaba aún más náuseas era el pestilente aroma de la carne humana siendo quemada en algunas fogatas, le provocó un nudo desagradable en la garganta,

La pequeña de cabellera castaña se encontraba allí, en medio de toda la masacre, sus manos sujetaban con fuerza la tela de su nuevo vestido color crema con salpicaduras de sangre viva y cálida, su cuerpo temblaba inimaginablemente lleno de pavor mientras las lágrimas caían por sus mejillas como si tratase de una cascada, sin embargo, no podía emitir sonido alguno, no podía soltar ni siquiera un misero sollozo, y su cuerpo estaba totalmente inmóvil. Lo único que podía hacer era continuar observando la horripilante imagen de la masacre en su mente por toda la eternidad.

Ahora todo era silencio, pasó de ser una agradable noche de canto grupal con sus familiares a las faldas de las fogatas, compartiendo la comida cazada por los bosques y los frutos recolectados del mismo, a el terrible bullicio de los desgarradores gritos de las víctimas, junto a gruñidos y carcajadas de múltiples bestias, para, finalmente, encontrarse todo en total silencio, ni un murmuro.
El cadáver de su madre yacía a tan solo un par de metros de ella, sus ojos se encontraban más abiertos de lo usual, mirándola fijamente llena de pavor, y aunque era totalmente incapaz de hacer movimiento alguno (porque se encontraba totalmente desangrada), aún tenía aquel brillo en sus ojos como si fuera capaz de llegar a ella.
El cadáver del hombre, cónyuge de su madre, se encontraba sobre ella, había caído intentando protegerla. En su mano derecha portaba el gran arco de madera, y las flechas en el estuche de su espalda. El arco con el cual le había enseñado a cazar no sirvió nada más que para alimentarlos.

Las cosas habían ocurrido tan rápido, que la tribu no tuvo ni siquiera tiempo de poder defenderse, ni siquiera correr al bosque.

El total silencio esta vez fue interrumpido. El corazón de la castaña se aceleró creyendo que eran aquellos monstruos viniendo por más, pero poco a poco notó que trataban de pasos de alguna persona, caminaba a sus espaldas y parecía dirigirse a ella. Sus ojos se abrieron más de lo usual cuando una mano fue posada en su hombro izquierdo y otra en su hombro derecho, pero lamentablemente no podía hacer nada al respecto, no podía moverse ni un solo milímetro, simplemente sintió como su respiración se cortaba por unos cuantos segundos.

— Veo que es hora de llevarte a casa —fue una voz masculina, alargaba un tanto sus palabras, era también ronca y grave, parecía usar un tono un tanto perezoso, sin darle demasiada importancia al asunto.

¿Casa? Este era su hogar, entre los bosques, cercano a un río de agua clara y pura, la montaña cercana, con frutos exquisitos y buena caza sin abusar, su ropa hecha con esfuerzo por las ancianas más profesionales de la tribu. Este era su hogar, ¿A dónde iría si no era acá? Incluso con toda su familia masacrada ante ella, frente a sus ojos, ¿Por qué debía abandonar su hogar?
Aún peor ¿Por qué la persona a sus espaldas hablaba con tanta tranquilidad? Como si la traumática escena frente a ellos no existiera.

Un escalofrío le recorrió toda la espina dorsal cuando estuvo consciente de que otras dos manos tomaban su rostro con delicadeza. Dos manos sobre sus hombros, y su rostro acunado entre dos manos. Aún seguía sintiendo solo la figura y presencia de una persona a sus espaldas, pero lo que le causó más atrocidad de la situación, es que cuando aquellas manos se posaron en su rostro, una ola de paz la invadió por completo. Su cuerpo dejó de temblar, y por unos cortos segundos el miedo desapareció.
Vio como el rostro del hombre a sus espaldas se asomaba sobre su cabeza con lentitud, el mayor se inclinaba hacia adelante con cuidado para poder observar el rostro desconocido de la menor.
Aun así, la mirada de la menor estaba totalmente fija en el cadáver de su madre y el hombre de su madre, simplemente no podía alzar la mirada al rostro sobre su cabeza, simplemente no podía girar hacia atrás para tranquilizarse confirmando que trata de dos personas y no solo una la que tomaba su rostro y a la vez apoyaba sus hombros.
No, sus ojos solo observaban los ojos miel de su madre que denotaban total pavor y dolor sin vida alguna.

(PAUSADA) The  firstborn | Jujutsu Kaisen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora