Capítulo 26 - parte 1

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Maratón(18/18)

Con unos envites largos y duros, _______ gimió jadeando ásperamente mientras penetraba profundamente a Billie, que le ceñía el miembro mientras ella se movía contra su cerviz. Bajo su cuerpo, Billie se retorcía, jadeaba, se ablandaba.

Pero para _______ eso no era suficiente, no era lo suficientemente profundo. Tenía que envolverla, llenarla. Rodeándola con los brazos, introduciéndolos entre su espalda y el colchón, le alzó el pecho contra el suyo y empujó con más fuerza. Jadeando con frenesí, consumida por un fuego interior, fusionó su boca con la de ella y la penetró de nuevo. Billie respondió con un estremecimiento y un gemido. Pero aun así, seguía sin ser suficiente. Jamás lo sería.

Siguió moviéndose con dureza y rapidez, deslizando su carne resbaladiza dentro de la de ella de una manera que era a la vez el cielo y el infierno. Una exquisita tortura. Cada palpitación de la vagina de Billie la llevaba más cerca del olvido. Ella era todo lo que _______ había querido siempre y que nunca creyó que existiera o que se mereciera. Y no pensaba dejar aquella cama hasta que Billie estallara en otro orgasmo y gritara roncamente su nombre.

—_______ —la voz de Sophia interrumpió el ritmo salvaje con el que embestía en ella— ¡_______!

—¿Qué? —gruñó.

—Sé más suave.

¿Más suave? «Maldita sea».

_______ bajó la mirada llena de deseo hacia Billie. Los ojos azules estaban dilatados y un impulso eléctrico recorrió su miembro cuando ella gimió de necesidad y desasosiego.

—¿Te hago daño?

Sí, _______ sonaba como si se hubiera pasado un papel de lija por la garganta. «¿Y qué?».

Antes que Billie pudiera contestarle, _______ la penetró con otro largo envite hasta el fondo de la vagina. El movimiento provocó en Billie un estremecimiento y una ardiente sensación o al menos eso dedujo por la manera en que le arañó la espalda y se arqueó hacia ella, mientras la estrechaba con su sexo.

—¿Te lo hago? —exigió saber.

—No. Más. ¡Oh, Dios mío, quiero mucho más! ¡No pares!

Las palabras de Billie hicieron desaparecer cualquier barniz de civilización que le quedara. Embistiendo contra ella como una maníaca enloquecida de lujuria, _______ la estrechó contra su cuerpo, inmovilizándola y obligándola a aceptar la brutal necesidad de cada uno de sus envites mientras poseía su boca con un beso desesperado.

—Bueno, parece que no me necesitan aquí después de todo. Así que me voy — _______ oyó a Sophia por encima del rugido de su corazón.

Su prima se levantó y atravesó el dormitorio hacia la puerta.

El impacto de saber que Sophia la dejaría allí sola con Billie, hizo que se detuviera. Se quedó paralizada. Como si alguien le hubiera arrebatado el placer y despojado del deseo. La sangre abandonó su erección, y el temor sustituyó el deseo.

«¿Qué demonios?». Aquello no le había ocurrido nunca. El pánico se coló en sus venas como agujas punzantes. «¡No, no, no!». Eso no podía estar sucediendo. Quería hacer el amor con Billie, quería que fuera sólo suya. Pero su cuerpo no opinaba lo mismo.

«¡Oh, mierda!». Su erección estaba desapareciendo. ¿Cómo? ¿Por qué sucedía aquello de repente?

_______ cerró los ojos, intentando centrarse en el sexo, en cualquier cosa que devolviera la vida a su miembro.

«Nada». En ese instante, supo que no podría correrse si Sophia se marchaba.

«¡Maldita hija de la gran perra!». ¿Qué coño le pasaba? Quizás debería preguntárselo a Jessica. Oh, espera, ella estaba muerta.

Decadent (Billie Eilish y Tu) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora