Incognitas sin resolver

69 2 2
                                    

Quizás me equivoqué. Quizás no. No sabría decirlo con claridad.
"Creo que necesito una cerveza."
Me gustaría borrar estos pensamientos de mi mente. Todo el dolor... Lo patético de mi situación. Ya no aguanto más.
Chasqueé mis dedos una vez. El Barman pareció sorprendido.
-Por fin has decidido tomarte algo? Hace horas que te encuentras en esa misma posición, pensativo. Por un momento pensé que habías estirado la pata y...
-Una cerveza.
El Barman pareció asombrado. Al fin y al cabo, interrumpí su discurso.
-Como mi abuela siempre decía... "Un trago para calmar el alma."
Y luego se retiró.
Me quedé unos segundos pensando en esa oración. Sin lugar a dudas, tenía razón. Si lograbas analizarlo desde un punto ético, te podrías dar cuenta que el embriagarse es una de las maneras mas rápidas de perder el conocimiento y olvidarse de todos los problemas.
"Supongo que es por eso que me fascina. No es su sabor o el ardor lo que me atrae a beber. Es algo más... Siniestro. Como cuando el niño tira sus crayones al suelo. No es por despecho o furia, sino que es la respuesta a una pregunta: ¿Qué pasaría si...?"
El alcohol ofrece una respuesta simple.
El Barman interrumpió mis pensamientos al volver.
-Sinceramente no soporto a Nick y a sus perritas. Son todos unos polluelos inservibles que traen jaleo a donde quiera que vayan. Ni siquiera sé porqué vienen aquí...
-¿Por qué no les das una golpiza? Si tanto te molesta sus presencias. Es simple: ve, golpéales el trasero, festeja con cerveza, felicidad instantánea. No es tan difícil.
El hombre se me quedo mirando.
-Me echarían de mi empleo. Si tuviera la autoridad para sacarlos de aquí, con gusto lo haría. Aunque...
Saco unos billetes de uno de sus bolsillos y los apoyó sobre la mesa, justo delante de mi.
Me alzó las cejas, con modo interrogante.
Tomé la cerveza de un solo trago, le sonreí al sujeto, y me lance con todas mis fuerzas sobre los tipos que el Barman anteriormente había mencionado.
~~
No miré atrás. Desde aquel día jamás he logrado apartar la vista del frente.
No se si agradecerlo o simplemente ignorarlo.
Seguí caminando. Estaba comenzando a hacer frío y yo no llevaba casi nada puesto.
Temblé un poco. No se si fue por el frío de aquella noche o porque oí pasos detrás de mí. De todas formas, no me volteé. No quería hacerlo. No DEBÍA hacerlo. Ese era mi lema.
"Un lema que quizás me cueste la vida en un futuro."
Negué con la cabeza. Solo porque negara mi pasado no significaba que también tendría que eludir mi presente y acabar con mi futuro.
He vivido lo suficiente como para darme cuenta de mis limitaciones.
Los pasos se escucharon mas fuertes e insistentes. No le di atención alguna. Seguía absorto en mi mente y nada podía impedir que se me negara esa acción.
De repente sentí un golpe en mi espalda. Caí sobre el helado suelo en segundos, sin saber que hacer. Sin saber QUIEN me había golpeado o POR QUÉ.
Simplemente caí al suelo. No había nadie a esas horas de la noche.
Estábamos solos.
"Privacidad. Oscuridad. Esto es algo personal. ¿Qué demonios hiciste esta vez, Edmund?" Susurre hacia mis adentros.
Intente moverme, queriendo ver el rostro de mi atacante, pero algo me mantenía quieto, de estómago al suelo, negándome cualquier movimiento.
-Hola, Ed. Te acuerdas de mi?
Ignoré la pregunta. Sabía quien la había formulado.
-André. Hola... ¿Se podría saber qué estás haciendo aquí? Y con eso también me refiero a POR QUÉ TIENES TU MALDITA BOTA SOBRE MI ESPALDA, maldición. Quítala ahora. Es una orden.
El hombre largó una risita.
-Tranquilo. No vino por ti. Estoy por un trabajo a tiempo completo y... Necesito tu ayuda, ok? Es una orden de arriba. No me mal interpretes; jamás te pediría que trabajaras conmigo, pero no tengo opción...
Refunfuñó, sintiéndose como un completo idiota.
Sonreí.
-Así que tengo una oferta de trabajo, eh? Lo que me hacia falta. Y justo contigo. Qué maravilloso. -ironicé- ¿Quién es? QUE SAQUES LA MALDITA BOTA DE MI ESPALDA, MIERDA!
André lo hizo, aunque hubiera deseado no haberlo hecho...
Me incorporé enseguida y le golpeé la cara con mi puño; estuvo a punto de caerse, pero lo sostuve por la remera.
-¿Qué demonios, Edmund...?
-¿Qué te hizo creer que aceptaría? ¿Es que acaso te olvidaste que me expulsaron de su maldito "grupo cerrado"? Pues yo no. Ni un condenado segundo de mi vida, André. Así que lo mejor sería que te marcharas y volvieras con tu amo, porque es lo único que sabes hacer bien.
André sonrió con perversidad.
-De acuerdo, Ed. No volveré a buscarte más. Pero ten en mente que los que, justamente, me dieron las órdenes para trabajar conmigo no van a estar a gusto con tu decisión. Así que no te sorprendas si luego vienen a buscarte ellos mismos, Edmund. Tampoco es que te vaya a extrañar...
Lo solté.
Cayó al suelo, casi como en cámara lenta.
Quise sonreír, pero las dudas me inundaron.
"¿Quién demonios envió a este idiota? ¿Qué es lo que buscan? ¿Por qué no eligieron a otro para el maldito "trabajito"? ¿De qué demonios consiste el trabajo ese? ¿Es que es tan urgente? ¿Tan importante? ¿Por qué demonios enviarían al estúpido de André? ¿Es que acaso no saben cuanto nos odiamos? ¿Es que, acaso, no me conocen tan íntimamente? ¿Quién demonios es... O son?"
-Solo te buscan a ti, Edmund. Estás en su mira por alguna razón que yo ignoro, pero de todas formas... No cambia el hecho de que utilicen la fuerza para que participes en el trabajo, sabes? Creo que eres una pieza clave... Pero no se que tiene eso que ver con ese "trabajo" o por qué me quieren involucrar contigo...
Me encogí de hombros.
-¿Es que acaso serán mis fans?
André sonrió.
-O tus verdugos.

Edmund... Y sus demonios internosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora