"Un trago es lo que necesito."

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André desapareció luego de haber hecho contacto conmigo, dejándome solo en el medio de la noche.
"Tendría que haberlo molido a golpes a ese sabandija. Al fin y al cabo, es solo un gusano más. Nadie lo va a extrañar."
"Nadie me va a extrañar."
Supongo que es por eso que estaba solo. Allí. Con mundanos.
"Humanos de mierda. Siempre causando problemas a donde quiera que vayan."
Suspiré. No había caso.
Reanude mi camino. No quería perder ni un segundo más. Tan solo quería pensar en un lugar seguro y tranquilo.
O quizás solo quería dormir un poco.
"Tampoco es que haya bebido demasiado. Una sola copa. Y gané dinero, además. Tampoco es que lo necesite. Tampoco es que lo quiera."
Quise acallar mi mente. Odiaba pensar demasiado... Me causaba jaqueca.
Me froté los ojos mientras caminaba.
"¿Quiénes son los que me buscan? No valgo absolutamente nada. Soy tan solo... Basura celestial. Eso es todo. Un condenado desecho. Y aun así los de mayor rango me necesitan. A mi. ¿Por qué? ¿Tan importante soy? ¿O es una trampa? ¿Me estarán cazando? Quizás me estén observando en este preciso momento. Quizás me estén apuntando con un arma mientras se esconden sobre algún tejado. Quizás, simplemente, estén esperando el momento indicado para apretar el gatillo. O quizás no haya nadie en la oscuridad. Quizás solo sea mi imaginación. Quizás solo sea mera especulación. Quizás no."
Volví a frotarme los ojos.
¿De verdad querría morir?
¿Sobrevivir significaba algo para mi?
Me encogí de hombros.
"Tendría que haberme tomado esa cerveza. Demonios."
Me detuve.
Quería gritar y golpear a alguien. No me importaban las consecuencias.
Se supone que era un ángel. Ahora soy un mero rumor.
"Nunca elijas al tipo del bigote divertido. Siempre termina siendo algo malo."
"Ahora suena divertido. Allá arriba era algo decisivo. Edmund, Edmund, Edmund. Ahora eres escoria demoniaca. Felicidades. ¿Quieres
algo para envolver la sorpresa?"
Sonreí. La ironía era mi fuerte. Siempre lo fue.
Me apuré. Quería llegar a mi habitación. Quería desvestirme, darme una ducha y... Dormir.
Mis párpados me pesaban y ya no sentía las piernas.
Así que corrí lo poco que me quedaba.
Y llegué.
~~
Entré al hotel barato en el que había alquilado un cuarto.
El hombre de la pequeña recepción (si se podría llamar "recepción") me saludó con una mueca.
"-Ni siquiera sabe tu nombre, idiota.
-Tampoco se lo revelaste, recuerdas?
-Por supuesto que lo recuerdo. Pero a estas alturas... Me extraña que no lo sepa. Hace como 2 meses que estoy aquí.
-Tú tampoco sabes el de él, así que no tienes de que quejarte.
-¿Es que acaso no era Harbie?
-¿Cómo se supone que te responda a ese pregunta? Somos la misma persona, Edmund."
Agité la cabeza. Las conversaciones interiores siempre me ponían los pelos de punta...
Subí las escaleras lo más rápido que pude.
Al llegar, estaba totalmente exhausto que estuve a punto de caer de rodillas al suelo del pasillo, sin siquiera poder llegar a mi puerta pero, aunque parezca imposible, mi cuerpo siguió caminando.
Y entré.
El cuarto no era tan grande.
Algún que otro mueble había...
Libros dispersos en todos los rincones, comida chatarra sobre el sillón, ropa por doquier.
Tampoco es que me haya molestado. Hace unos cuantos meses que vivía allí y, aunque estuviera la mayor parte de mi tiempo fuera, la suciedad y la basura parecía pertenecer a una parte de mi.
"Quizás sea mi personalidad. Soy un pedazo de basura."
Sonreí con el pensamiento.
"André hubiera opinado exactamente lo mismo. Supongo que es por eso que nos amamos mutuamente."
La ironía me carcomió de repente.
Supuse que era por el hecho de que estaba realmente solo en ese mundo...
No pude evitar golpear la pared del cuarto.
Odié absolutamente todo.
El hecho de haber tomado la decisión equivocada.
El hecho de haber creído en una causa errónea.
El hecho de ser como era.
Intenté despejar mi mente, pero no pude.
"Edmund, Edmund, Edmund. ¿Por qué te estarán buscando unos ángeles ridículamente poderosos, armados hasta los dientes y con un trabajo para ti, solo para ti, entre manos?"
Fui hasta la cocina, pensativo.
"¿Quizás mi amiga la bebida me pueda ayudar? Es lo único que hago bien."
Y así fue.
Tomé y tomé hasta caer en la inconsciencia. Pero muy bien que lo hice. A decir verdad... Me ayudó bastante a aclarar mi mente por unos cuantos minutos. U horas.
Soñé algo bastante raro.
Quizás haya sido producto de la bebida y de mis pensamientos. Quizás haya sido un mensaje.
El tema es que lo soñé, pero fue tan real...
"Las estatuas parecían sonreírme mientras caminaba sobre un suelo tan suave como el algodón.
Sonreía, aunque no hubiera absolutamente nadie en ese lugar, a excepción de las hermosas estatuas.
No sabría decirlo con claridad, pero fue como si un trueno hubiera caído justo frente a mi, abriendo una grieta y creando algo parecido a un agujero negro.
Mientras todo era succionado por esa puerta a lo desconocido... Yo simplemente observaba, incapaz de hacer algo más.
Pero aún así seguía sonriendo.
De repente sentí un ardor en los ojos, por lo que alcé mis manos hacia éstos y una humedad me sobresalto.
Al principio supuse que eran lágrimas, pero al bajar mis manos... Era sangre.
Soñé que lloraba sangre, mientras veía un mundo ser arrastrado a una inmensa oscuridad.
Y yo simplemente sonreía."
~~
André se detuvo de repente.
Sabía que debía ser discreto. Al fin y al cabo...
-¿Dónde está?
"Mierda!"
-Él...
La mujer suspiró, indignada.
-Edmund es muy testarudo. Guarda rencor con sus hermanos. O con los que él considera que fueron sus hermanos. No hay manera de cambiar eso, no es así?
André asintió. Esperaba complacer a esa extraña mujer de la que tanto temía, si es que esa era la palabra correcta.
Tenia una bella silueta, al igual que una atrapante mirada gélida, ojos grisáceos, cabello azabache y una piel parecida al mármol. Sin duda alguna, a André le agradaba de cierta manera, pero al mismo tiempo temía que esa extraña figura se volviera en contra suya. Era justamente por eso que él tomaba sus precauciones.
André hizo una reverencia hacia aquel ser, y luego añadió:
-No logré convencerlo, mi señora. De todas formas logré advertirle acerca de los riesgos que corría... Entablar conversación con Edmund sin ser golpeado es todo un reto!
La mujer ni siquiera carraspeó.
-En tal caso... Tendré que tomar otras medidas.
Pareció sonreír por, lo que parecía, unos instantes, antes de incorporarse de la silla en la que se encontraba y luego adentrarse en la penumbra de una puerta.

Edmund... Y sus demonios internosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora