La vista que saludo a Lestrange cuando abrió los ojos nunca fue la esperada.
Mientras que estaba acostumbrado al caos por las mañanas debido al excesivo interés de Abraxas por su apariencia (hasta el punto de levantarse a las cinco solo para arreglar su cabello mañanero).
¿Otros días fueron un caos? Sí, definitivamente.
Nada como este tumulto.
Y en el centro de todo un bebé sonriente con un diente creciente asomando.
El bebé notando su mirada le sonrió más ampliamente, metiendo su mano izquierda en su boca y toqueteando sus encías.
Miró a Abraxas cuya expresión de horror destacaba en su rostro rojo en contraste con el pelo rubio. Sollozando ante unos mechones de cabello caídos.
Nott miraba en estado de shock su cabello azul en el espejo, mientras que Avery corría por la habitación luchando contra una cosa que se movía y a juzgar por la vista que recibió estaba perdiendo.
Alzó una ceja esperando hasta que los sollozos de Abraxas disminuyeran en volumen, suspirando todo el tiempo.
Cuando vio la boca de Nott abrirse con la garganta estirándose y cuerdas vocales preparándose, se lanzó hacia su varita y atacó.Con un rápido movimiento de varita paralizó a Avery y a su criatura salvaje que se veía muy sospechosamente como el oso de peluche que Mulciber había insistido que los bebés necesitan y Tom había recibido hace dos semanas.
Miró con cautela la bola felpuda y sus furiosos ojos negros y decidió que era demasiado joven para tener migraña.
(Y también, en secreto, pensó que era demasiado viejo para lidiar con juguetes infantiles que se movían por su cuenta.)
Con cansancio se giró en su lugar y apuntó esta vez a Nott, resolviendo su pequeño problema capilar.
Adrian Nott suspiró de alivió, antes de recordar a Abraxas con quién compartió el desafortunado destino. Miró con preocupación a su rubio amigo cuya máscara estoica había perecido junto con su cabello prístino.
Abraxas por otra parte estaba gimoteando (él lo negará luego, por supuesto), una mano estirada en forma de puño con una bola de pelo rubio dentro y la otra sostenía la cabeza con melancolía. Si Rigel fuera un ser menor hubiera entrecerrado los ojos y asegurado que había una nube negra sobre la cabeza parcialmente calva de su amigo. Como no lo era, se encogió de hombros y se acercó.
Con curiosidad miró la cabeza inclinada y ahogó la risa antes de que pudiera escapar.
La parte posterior de la cabeza de Abraxas estaba bien, el problema era cuando más se acercaba a su frente. Donde antes era un revoltijo ordenado de mechones largos, ahora solo pocas hebras de cabello habían sobrevivido. A mitad de la cabeza el pelo se hacía escaso, más fino y quebradizo y se partía, dejando su cabeza brillante como aquellas bolas que vio usar a los Muggles una vez.
Abraxas, como si hubiera escuchado su risa silenciosa, se giró y lo miró con furia. Sin embargo las dagas en sus ojos no hicieron nada más que provocar un resoplido, mientras intentaba evitar reír y al mismo tiempo hacer un contra-hechizo terminó teniendo un ataque de tos.
Al final, no fue Rigel Lestrange quien salvo el día. Mulciber, sin duda atraído por el repentino silencio después de la epidemia, ingresó a la habitación solo para encontrar a sus compañeros de casa mirando con rostros incrédulos al siempre serio heredero Lestrange quien sufría un doloroso caso de tos.
Notando el cabello rubio en el suelo y una figura estirada sobre la cama rápido como el viento juntó los puntos y corrió hacia la sala común, espantando a unos niños de segundo año del sofá se agachó y empujó hasta poder ver el alijo de pociones ilegales que los Slytherin de último año reponian mensualmente.
Agradecido voló escaleras arriba y tirándose sobre Abraxas, obligó al renuente Malfoy a darse la vuelta y tiró el contenido de la botella de vidrio en la boca abierta.
En menos de dos minutos Abraxas Malfoy se encontraba recostado sobre un lecho de su característico cabello, una barba abultada y un bigote espeso haciendo juego.
Mulciber sonrió, alzando las manos al mismo tiempo que buscaba todas las salidas posibles.
-MULCIBER, ESTAS MUERTO.
Sí, es una buena manera de empezar el día.
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Un error de cálculo. - Tom Riddle
RandomUn día Tom Riddle se levantó con el presentimiento de un mal día. Lo ignoro. Grave error. (Durante una clase de pociones de su quinto año Tom Riddle se encontraba como compañero de Goyle y desde allí todo empezó a salir mal.) - Estuve intentando bus...