Un error de cálculo. - Tom Riddle

4. Abraxas, el guardián.

Tom estaba horrorizado.

Se encontraban de camino a clases y ya odiaba su nueva vida de bebé.

No podía creer que se encontrara en un portabebes (idea de Abraxas).

Abraxas Malfoy estaba tan muerto cuando cambie de vuelta.

Al menos su ropa de bebé era de mejor calidad que su ropa normal. Para su vergüenza incluso su pañal era de lujo, más que su propia ropa interior.

Así que sí, Tom estaba cómodo (y también muy sonrojado) y relativamente feliz, pero eso no significaba que quería quedarse así.

Sí, sería bueno tener estos lujos. Iba a tomar lo que pudiera mientras aún tuviera esta forma.

Nunca se dio cuenta que la leche supiera tan bien y que de hecho la papilla era pasable para su pequeño estómago.

Por supuesto que vómito todo sobre Avery cuando supo que le habían dado por desayuno leche materna. Aún así no dejaban de verlo como si fuera un querubín.

Punto para Tom.

Llegaron al salón de clases y para su sorpresa Abraxas lo colocó en su silla y se sentó a su lado justo después de colocar hechizos para mantenerlo seguro.

Se sintió cálido por dentro cuando vio el cuidado de su secuaz.

Nadie había hechos algo parecido por él antes. Probablemente solo lo hacía para ganar más puntos cuando volviera a la normalidad y fuera ascendido.

Esto de ser un señor oscuro en ascenso era complicado.

Dumbledore entró en la habitación y sonriendo con ese exasperante brillo en sus ojos tomó lista.

Con alegría por los nuevos acontecimientos esperó con impaciencia a llegar a la letra R.

Llegando al nombre de Tom miró por toda la habitación hasta aterrizar en su lugar donde una mano pequeña y regordeta se agitaba mientras su cuerpo suave se paraba en la silla mientras la otra mano estaba sobre la mesa.

(Puede o no Abraxas agarrar sus piernas para detener su tembloroso cuerpo de una caida espantosa)

Maldita sea ¿Cómo hacían los bebés para hacer esto? Era tan cansador.

Y luego tuvo que abrir la boca.

Una serie de balbuceos salió de su boca sin dientes. Seguro que nada de eso sonaba como "Aquí estoy, profesor Dumbledore".

Sin disimular la risa en sus ojos Dumbledore pidió silencio a las chicas que lo arrullaban cerca, mirándolo con corazones en sus ojos.

Tom no reprimió sus escalofríos.

Y la clase pasó así, con la constante risa de los chicos y arrullos bajos de las chicas.

Que vergüenza.

Tom ya quería que este día acabara.