Capítulo 6

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Estábamos los tres sentados sobre el sofá. La Señora Petts frente a mí y el hombrecito alterado seguía aferrándose a mi brazo como si su vida dependiera de ello.

Posiblemente lo hacía un poco.

—Jamás había visto que alguien se pusiera tan alterado —La Señora Petts se abanicaba el rostro con ambas manos. Tenía una capa fina de sudor sobre su rostro y todavía parecía tener los vestigios de su agitación.

Yo jamás había visto a dos personas tan alteradas hasta ese momento. Por lo menos no personalmente.

—Ya ha pasado— respondí.

—No sé qué hubiera pasado si tardabas un poco más —continuó ella—. Quizá habría dado vuelta la casa con toda esa locura que se traía encima.

—Entonces hubiéramos sido tres los alterados.

La vecina rió, como si hubiera contado un chiste y no una verdad.

—Con dos éramos suficientes, todo el mundo sabe que tres son multitud.

Aquel comentario me pareció absurdo y sin demasiada gracia, muy a pesar de que la vecina pareció haberlas dicho con la intención de mejorar el aura del ambiente. Pero es que el escenario que había encontrado al llegar al lugar, había terminado de difuminar un poco más la minúscula pizca de humor que tenía.

Estaba luchando, quería ser un poco más comprensiva, muy a pesar de que estaba sintiendo que mi lugar estaba siendo ultrajado por la presencia de personas que eran extrañas para mi, incluso lo estaba sintiendo con la propia Señora Petts, quien tenía un poco más de tiempo conociéndola.

Por supuesto que estaba agradecida con ella por mantener vigilado al extraterrestre mientras yo no estaba presente en la casa, también por toda esa ayuda que me estaba ofreciendo, pero yo siempre fui una persona que tomaba el espacio personal como un lugar seguro. Mi casa, mi soledad al llegar del exterior, todo eso formaba parte de mi espacio tranquilo. Y estaba siendo ocupado por dos personas más.

Estaba intentando luchar contra toda esa incomodidad, intentaba poner toda mi fuerza de voluntad, pero a cada momento todo parecía ser un poco más difícil.

Me removí en el lugar. El extraterrestre se aferró a mi cuello con más fuerza, cortándome la respiración.

—¿Cuánto tiempo va a estar así? —le pregunté a la Señora Petts, cada momento más cerca del borde—. Porque la verdad es que no me siento nada cómoda con todo esto.

La Señora Petts hizo una mueca.

—Puede que ahora te parezca agobiante, pero con el tiempo te acostumbrarás.

Con el tiempo te acostumbrarás.

De alguna forma se sentía que tras la obligación llegaba la resignación. Yo no quería vivir obligada, me negaba.

—¿Con el tiempo dices?

—Con mi Alkor fue así en un principio —Una tonta sonrisa se asomó en sus labios y sus ojos brillaron—. Incluso una vez lo golpeé para que me dejara tranquila. Con el tiempo fui yo la que no lo soltaba y no le daba espacio, hasta que me lo dijo. Ese día peleamos como nunca.

Hice un mohín.

—Debió ser terrible —Ella asintió.

—Sí que lo fue —respondió ella—. Pero son esos momentos los que te enseñan que muchas veces el amor está por encima de todo.

—El amor no lo tiene que soportar todo, Señora Petts.

—Es verdad que no, pero cuando te llegue el momento entenderás a lo que me refiero.

Nilo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora