Capítulo 6: Historia de amor

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¿Qué sientes al estar lejos de tu ser amado? ¿Qué sientes cuando el fruto de su amor te es arrebatado por una estúpida guerra ancestral? ¿Qué sientes cuando sabes que tu niña no te reconocerá como su madre?

Estas interrogantes tienen una sola respuesta para Layla: un indescriptible dolor.

Nunca imaginó sentir lo que estaba sintiendo, un dolor tan agudo que le cortaba la respiración, ese dolor fruto de la separación de sus seres amados. Un dolor que solo podía ser superado por el amor que sentía por ellos, un amor que la llenaba por completo.

Un amor que había llegado a ella de forma inesperada al contemplar por primera vez los ojos tan azules de Gabriel. Un azul que le había hecho creer que la gloria del cielo era real y estaba a su alcance.

Esa primera vez solo se habían visto de lejos, era una reunión (una de tantas organizadas a lo largo de los siglos) para poder coordinar los puntos de la tregua. Gabriel había sido enviado como emisario en representación de la Autoridad Suprema, acompañado por alguien más, alguien que terminaría por traicionarlo, para exponer los puntos y exigencias del tratado. Un tratado que a lo largo de los siglos había sido cancelado por disconformidad de una o de otra de las partes involucradas.

Layla no conocía a detalle el tratado de la tregua, lo que si conocía era que esa Gran Autoridad, ese Ser Supremo atentaba contra los intereses y la supervivencia de su familia. Ella al ser la mayor, la que debía gobernar junto a sus padres, estaba obligada a asistir a las reuniones y lo hacía con gusto, sin cuestionar demasiado, pues sabía que el Rey y la Reina del Inframundo tenían sus razones. Solo le hubiese gustado estar al tanto de esas razones, de los motivos de la pelea.

Layla había sido entrenada y educada para seguir esos pasos, para estar al frente de las reuniones como representante. Conocía bien su papel, como actuar y que decir. Estaba preparada para todo. Para todo menos para lo que la esperaba. Para todo menos para conocer a Gabriel.

Podría enfrentarse a cualquier peligro, a cualquier amenaza, pero en el momento en que cruzó su mirada con la de él, se sintió completamente vulnerable. Pudo sentir como si el mundo entero se hubiera esfumado y estuvieran ellos solos, mirándose frente a frente. Sensación que no duró mucho tiempo, pues Gabriel había sido enviado con una misión.
Durante su discurso, se lo veía fuerte y sereno, con una claridad y convicción en sus palabras que la había impresionado y no podía dejar de mirarlo.

Layla no lo supo entonces pero esa atracción que sintió hacía él, ese sentimiento desconocido que crecía en su interior, de igual manera estaba creciendo en Gabriel. No se dirigieron la palabra en todo el transcurso de la reunión, pero no hizo falta.

Ambos sentían una atracción desconocida. Una atracción tan fuerte que ninguno pudo dejar de pensar en el otro durante mucho tiempo. Esa necesidad de volver a verse, los hizo esperar con ansias la siguiente reunión. Los días se alargaban y eran interminables, ambos se paseaban por sus cuartos esperando con ansias el momento de volver a verse, sin conocer los sentimientos del otro, sin saber que el destino les tendría una sorpresa.

La siguiente reunión tendría lugar dentro de 6 meses, a los dos los carcomía el deseo de ver los ojos del otro. La ansiedad era tan grande que no sabían qué más hacer.

Casualidad o destino, ambos habían decidido dar un paseo por el bosque. Un bosque que se volvería su refugio durante meses.

Layla recorría un sendero conocido, un sendero que tantas veces sintió sus pasos, tocando los troncos de los árboles, acariciándolos. Tenía una extraña conexión con la naturaleza, podía sentir a los árboles, el susurro de las hojas meciéndose con el viento, la vida que se escondía dentro.

Un mundo olvidado (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora