11

584 71 6
                                    

Había pasado un rato desde que Gustavo me había dejado sola en el sofá con aquel hielo, que ya empezaba a derretirse, lo sostuve en mis manos mientras caminaba a la cocina

—¿Por que no has vuelto? —pregunte, miré que el tomaba una taza de café, me observó y luego empezó a toser, se golpeó el pecho mientras la tos se le pasaba,yo me acerque a darle palmadas en la espalda —perdon por asustarte— dije, miré como el hielo había caído al piso al dejarlo de sostener —Mierda el hielo! —dije apresurandome a levantarlo, pero él me sostuvo del brazo, mientras me abrazaba

¿Quieres hacerme sufrir ojitos? ¿Por que entras así en la cocina? —yo me sonroje al darme cuenta que había entrado medio desnuda a su habitación, me sonroje mientras intentaba escapar de sus garras —¿Ahora huyes? —pregunto con una sonrisa, me tomo de las caderas, se acercó a mí —aun es ilegal —dijo con una sonrisa mientras me dejaba libre, yo lo miré y salí corriendo a la sala a ponerme los pantalones.

—Mamá—dije con una voz aguda, carraspié —Mamá, quiere que vayamos a cenar... Debe... Debe de estar esperándonos —dije abrochando el pantalón, me temblaban las manos, mierda, miré con nerviosismo hacia la cocina, intenté volver a hacerlo y sonreí al poder hacerlo, Gustavo en ese momento salió

—Ojitos no son ni las 6 —dijo mientras miraba el reloj, yo intenté controlar mi respiración, camino hacia mi, se acercó peligrosamente a mi, mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro —Tranquila, no nada que no quieras —dijo besando mi cuello, mi piel se erizo mientras alzaba la mirada, se separó de mi, me su mirada estaba fija en la mía. Quizá fue el ambiente, tal vez debí pensarlo mejor cuando me le lance a él, besándolo, él de inmediato tomo mi cintura y me acerco más a él, mientras seguíamos un ritmo constante de movimientos de labios, el subió sus manos bajo mi camisa, llegando al broche de mi sostén, lo acarició un poco, por un momento nos separamos, vimos el rostro del otro, él grupo mientras me cargaba y volvía a besarme, subió hasta su habitación, abrió la puerta con destreza, como si lo hiciera siempre, como si llevase a una chica cargada hasta ella y el abrir la puerta ya no fuese un problema, me tense al pensar en él al entrar con otra en brazos, sin embargo el beso mi cuello, relajándome y olvidándome de mis celos, me depósito en la cama y desde ahí, beso mis labios con suavidad, de un momento había pasado a mis orejas, bajo por mi cuello, sus manos tocaban mi vientre bajo mi blusa, subía hasta mi sostén y se detenía justo ahí para luego volver a bajar a mi vientre, sentía mi pecho arder, mientras sus labios seguís. Moviéndose por mi cuello, mis clavícula, pasando por mis hombros cubiertos por las mangas de mi blusa, de repente se separó de mi con un suave movimiento quitó aquella tela que tanto estorbaba, miro mi rostro y luego mis pequeños pechos cubiertos aún con el brasier, volvió a besarme, sus manos recorrían mis caderas y mi vientre, subían por mis costillas y se sumergían en mis pechos cubiertos por telas, suspiraba, no me cuenta cuando había quitado el sostén, ni cuando sus labios besaban cada uno de mis pequeñas montañas, suspiraba, cada vez más, sentía un fuego dentro de mí ser, quería que lo calmara, de repente sentí una vibración por mi pierna, luego otra, por alguna razón eso me hizo suspirar más, y yo dejé de sentir sus labios sobre mí

—Esmeralda... Estamos yendo... Gracias —lo escuché decir, yo seguía con los ojos cerrados intentando recordar el tacto se sus labios en mi piel —Levantate Ojitos, tenemos que irnos, tu madre nos espera— Abrí los ojos de repente y me levanté ruborizada mientras con mis manos cubría mi pecho, mierda ¿Dónde había quedado mi sostén? ¿Que estaba a punto de hacer, Dios?

¡Nuevo capítulo!

Ya que estoy de vacaciones, estaré subiendo capítulos más seguido, así que no les sorprenda si en un día subo hasta tres. 

Gracias por leer. 

Atte. F


FabiolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora