capítulo 10

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Llegué a la universidad dispuesta a ir a mi bola, sin hacer caso a nada y alejarme de los problemas. Sabía que no sería fácil porque a mi clase iba Jorge pero me senté a última fila para intentar evitarlo. Releí mis apuntes unas cuantas veces mientras esperaba que entrara el profesor, con la esperanza de tener suerte y que mi antiguo amigo no se presentara a clase. Pero la suerte no era lo mío, yo era experta en atraer lo que no quería. Justo después del profesor, entró Jorge que me buscó con la mirada para venir a sentarse a mi lado. Lo fulminé con la mirada y le ignoré decidida a no prestarle atención.

- Tenemos que hablar.

- No tengo nada más que decirte.

- Pero yo sí.

- Déjame en paz.

No dejó de insistirme hasta que el profesor nos echó de la clase. Así que no me quedó otra opción que salir del aula con Jorge detrás. No quería escucharle, oír sus mentiras para que le perdonase. Me había quedado claro que lo único que le importaba era que no le denunciara. No tenía pensado hacerlo. ¿De qué me vale ahora que les detengan cuando ya ha pasado? Lo único que quería era olvidar a Jorge, seguir con mi vida y con Javi y que desaparecieran los problemas.

- Me vas a escuchar quieras o no. Sé que lo que quieres es que te deje en paz y lo haré en cuanto te haya dicho todo lo que tengo que decirte.

- Empieza a hablar porque es la última vez que lo harás conmigo.

- Lo que pasó no es justificable y no creo oportuno recordarte lo que ya sabes. Pero no estaba sólo yo allí. Éramos un grupo y se jodió. Pero ¿qué querías que hiciera? Todos sabíamos que atracar algo era un riesgo, no es algo de chicos buenos. Y en un segundo se jodió todo. No podíamos volver atrás y cambiar lo que había pasado así que lo que teníamos que hacer era escondernos. Era impensable ir a ver a alguien que nos denunciaría y nos meteríamos en un lío. Sé que es egoísta por mi parte pero la vida de un delincuente no se basa en pensar en como se sentirán los otros. De ser así tendríamos que arrepentirnos de dejar plumado al pobre de la tienda. Javi era duro y frío, debería haber entendido perfectamente mi punto de vista. Él nos arrastró a robar. Tendría que ser el primero en procurar porque todos acabáramos bien. Y de no ser por mí, estaríamos todos en la cárcel. Yo hice lo que tenía que hacer. Salvé a mis amigos aunque me quedara sólo. Ellos no recapacitaron y me abandonaron. Yo nunca quise quedarme solo pero así fue. Y al final, me di cuenta de que lo mejor para mí era cambiar. Convertirme en otra persona para limpiar mis errores. Quise dejar de ser esa persona que tan mal había hecho. Pero llegaste tú. Sospeché que te conocía de algo pero luego me hice amigo tuyo y todo iba bien mientras que no llegó Javi. Enfrentarme a él ya era de por sí malo, pero si encima estaba contigo arrastrándote al pozo del que yo salí, se convirtió en algo aún peor. Y siento lo del otro día, tienes que comprender que ahora que tengo mi vida montada, me dé miedo que nos denuncies y se vaya todo al garete.

- Eres un egoísta. No te importa lo que me duela a mí todo esto. Sólo quieres no ir a la cárcel. Pero ¿sabes qué? No denunciaré a Javi porque le quiero. Y por tanto, no puedo denunciarte a ti. Puedes ir de víctima si quieres pero la única que no ha hecho nada malo y se ha comido todo el marrón he sido yo. Tú has jugado sucio apartando a Clara de mí, comiéndole la cabeza de que yo soy la mala y yendo a escondidas a amenazar a Javi. Me arrebatas a mi madre, me arrebatas a mi mejor amiga. ¿Qué quieres quitarme más? Clara ni siquiera quiso escucharme, porque eres demasiado importante como para darme ni siquiera la oportunidad de explicar por qué no quiero saber nada del cabrón egoísta que mató a mi madre sin ningún remordimiento.

- ¿Remordimiento? No sabes las noches que he pasado sin dormir por lo que pasó.

Amiga del dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora