Capítulo 12

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CAPÍTULO 12

Volvimos a la sala de espera para encontrarnos con mi padre dando vueltas, nervioso. Estaba preocupado por mí y yo podía entenderlo. Eso no significaba que no necesitara un descanso. Verle así no ayudaba a que superara mi trauma sino que, por el contrario, lo empeoraba. Cuando se giró, cruzamos la mirada y se quedó pálido. Me miró de arriba abajo, como si no pudiera ser cierto lo que veía. Su hija estaba en un hospital sonriendo y tranquila. Cuando llegamos a su lado, me abrazó fuerte.

- ¿Cómo lo has hecho? - le preguntó a mi novio.

- La conozco.

- No sé si prefiero saber qué te ha hecho o no, pero lo importante es que estás bien. -Dijo contento.

- ¿Y tú qué haces aquí, papá?

- Tengo una prueba de la vista. Ya sabes, la revisión.

- Ah, es verdad. Creo que lo comentaste en casa.

Estaba contenta de ver a mi padre tranquilo por primera vez pero, como lo llamaron muy rápido, no tuve tiempo de charlar más con él. Justo en el momento que iba a entrar en la sala, salió Robert con la nariz tapada con un esparadrapo y cruzó la mirada con mi padre. Éste se quedó algo pasmado al ver su cara. A mi padre siempre le habían asustado mucho las peleas. Maldije que la sala fuera tan pequeña porque, antes de que Tomás entrara en la sala, Robert llegó donde estábamos algo cohibido.

- ¿Cómo estás? - le dije para romper el hielo. Consciente de que mi padre escuchaba lo que decíamos, estaba aún más nerviosa.

- No está rota.

- Me alegro, de verdad. Y siento mucho lo que ha pasado.

- Me metí donde no debía.

- Malinterpretaste la situación pero no todos son capaces de meterse en medio de una discusión.

- Parecía que te fuera a pegar de verdad.

- Yo nunca le pondría una mano encima. -dijo serio Javi. Sabía que ese tema era uno de los que más le dolían. Le apreté la mano, para que recordarle que estaba con él.

- Des de fuera, no hay manera de saberlo. Pero ahora estoy convencido de ello.

- Pues qué raro. Por mi culpa estás en un puto hospital y ¿me dices que estas convencido de que no le haría nada? - Se estaba cabreando otra vez pensando que Robert se estaba riendo de él en su cara.

- Estoy convencido porque si fueras un tío que pega a su novia no creo que le hicieras caso en sus decisiones ni que aceptaras lo que ella dijera ni tampoco que permitieras que te desobedeciera. Sin embargo, me has traído al hospital porque ella lo ha dicho aunque tú no querías. Por eso lo creo. - Robert tenía una sonrisa en la cara. - Te tiene bien pillado ¿eh?

- No lo sabes tú bien. - Cuando Javi hacía media broma con alguien, era que te podías relajar.

Era un alivio que Robert no estuviera enfadado y la situación se hubiera relajado. Hasta ahora, no me había planteado cómo se veía nuestra relación desde fuera. Pero gracias a este chico, empezaba a verlo. Podía parecer una relación dura, sin embrago, si uno se adentraba un poco en nosotros, veía quién éramos y qué sentíamos. Me daba cuenta de que tenía lo que hace años soñaba al ir por la calle y ver una pareja de enamorados, que se querían y eran felices. Siempre había deseado llegar a conseguir una relación tan bonita. Ahora la tenía.

Amiga del dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora