-Sobre los colores-

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Volvía a ser una noche difícil. Maka estaba más inquieta de lo habitual, y había sentido su ir y venir de la sala de estar a la cocina infinidad de veces, mientras él intentaba dormir en vano. Sus leves suspiros no podían pasar desapercibidos, no por Soul, que terminó dejando la cama y entrando de sopetón en la sala de estar del apartamento, para averiguar qué diablos ocurría.

En cuanto llegó, descubrió a Maka casi engullida por el sofá, rodillas recogidas, tapada con la manta de bastoncillos de caramelo, y hojeando un grueso álbum de fotos. Soul metió las manos en los bolsillos de la sudadera, dando otro resignado suspiro.

— ¿No puedes dormir? —preguntó a Maka, lo más bajo que pudo, pero la chica se sobresaltó igualmente.

—Es que... Bueno... Más o menos.

Nerviosa, Maka cerró el álbum y lo ocultó a un costado, bajo la manta. Se aclaró la garganta con las mejillas sonrojadas.

—Siento haberte despertado.

—Bah, tampoco había pegado ojo. Tus pisadas son demasiado fuertes, Godzilla.

Soul aguantó con una sonrisa de medio lado la mirada de odio que la chica ya le estaba dedicando. Eso no le impidió que se acercase, le hiciera un gesto a ella, al sofá, con el dedo índice.

— ¿Eh? ¿Qué?

—Déjame sitio —pidió Soul con cierta brusquedad.

—Tienes todo el que quieras a este lado —respondió Maka, señalando a su izquierda.

Harto de esperar, Soul bufó. Se colocó frente al sofá, apartó la manta y el álbum a un lado, y tomó asiento justo donde ella había estado. Luego, se tumbó frente a una Maka perpleja.

—Ven, anda.

Por mucho que se resistiera, que no quisiese decirle qué pasaba, no era necesario. La conocía lo suficiente como para saberlo. Y que esa sería una forma de calmarla, aunque le costase soportar la presión. Tras unos minutos infinitos, Maka se recostó junto a Soul, acomodándose entre su brazo y su hombro, provocando que ensanchase la sonrisa. La abrazó y sintió cómo Maka se estremecía durante un segundo. Pero se agarró a su sudadera, relajándose por fin al rato.

—Mañana haré yo el desayuno ¿vale? —susurró Soul, atrayendo la manta con los pies para taparse ambos—. Intenta dormir algo.

Pasó una mano por la cabeza de Maka, reconfortándola. Le llegó el aroma intenso a frutas a la nariz y el corazón se le desbocó. De seguro, la chica lo estuviese escuchando, ¿pero ya qué más daba?

—Gracias, Soul —murmuró Maka, justo antes de quedarse completamente dormida.

Era un calor tan agradable el que envolvía su cuerpo, que tampoco despertó hasta el amanecer, dónde empezó a notar un peso adicional en su pecho. Soul se obligó a abrir los ojos con cierta desgana, y descubrió a Maka sobre él, literalmente; la cabeza bajo su mentón, sus piernas entrelazadas. Por suerte, seguía dormida, o tendría un chichón en la coronilla del tamaño de Groenlandia en ése momento. Sonrió. Había conseguido que descansase unas horas.

La apartó de él para dejar que continuase durmiendo en el sofá, acaparando toda la manta, mientras cumplía su promesa de preparar el desayuno. Y se alegraba de haberla hecho, porque era eso, o volverse loco de remate por haber sentido su calor durante tanto tiempo. Cogió el álbum de fotos caído en el suelo, y lo colocó sobre la mesita auxiliar, tentado de mirar. Pero no lo hizo. Ni hubiese molado nada.

Cuando Maka se desperezó, Soul tenía todo listo, y la vio sorprenderse desde el sofá. Joder. Con el pelo suelto estaba siempre preciosa. ¿Por qué nunca podía decírselo?

One Last Wish [Especial Navidad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora