-Cerrando el ciclo-

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Ni Maka ni él habían hablado en el vuelo de ida. Ni una sola palabra. Tampoco habían cruzado las miradas. Nada de nada. Y, la verdad, no la culpaba. La jugarreta de Kid había sido demasiado. ¿Qué era exactamente lo que pretendía haciéndole coger un vuelo privado en plena Nochevieja? ¡Y nada menos que para plantarse en Italia! Lógico que estuviera enfadada. Él también lo estaba. Joder. Pero con Kid, no con Maka. Ella no tenía culpa de nada. Los dos estaban ahí, en uno de sus puñeteros avioncitos personales rumbo a Europa, por ser incapaces de desobedecer una orden; por no plantarle cara a su maldita insistencia, y preguntar más sobre aquel misterio. ¿Por qué iba a ser mejor pasar el Año Nuevo allí, en lugar de en su nueva casa?

Incomprensible. Al menos para él.

Se moría por saber qué pensaba Maka, pero había levantado una increíble barrera entre ambos, mental y física, desde que salieron de casa esa noche. Y no quería insistir. Dejaría que ella decidiera si quería contárselo, o no. Mientras tanto, los cacahuetes le parecieron la mejor opción para "pasar el rato", hasta que los aborreció, y llegaron a su destino nueve horas más tarde. Eso había sido casi lo único bueno de todo el viaje: acortar las horas de vuelo, y haber podido traer la Harley de nuevo consigo. ¡Bravo por tus avioncitos, Kid!

Nada más aterrizar y esperar a que Maka se asegurase que el par de pequeñas maletas llegasen a salvo al hotel, arrancó la moto, esperándole subido en ella con paciencia. Resuelta y mandataria, como siempre, pero continuaba sin hablarle ni mirarle. Tal vez, cuando hubiese estirado las piernas y cogido el aire suficiente, lo viera todo con otro prisma. Sonrió para sí, notando cómo Maka montaba en la Harley, abrazándole por la espalda.

¿Hablaba por él o por ella?

Abandonaron finalmente el discreto aeropuerto de Florencia desde la pista de aterrizaje privada, poniendo rumbo al centro de la ciudad a toda velocidad. Tras unos minutos de puro silencio en el asfalto, las ruedas de la Harley tocaron al fin empedrado romano de la que antes había sido capital italiana. Uno de los pocos datos históricos que recordaba de la última vez que estuvo allí con Maka. Soul no se lo pensó dos veces y en lugar de ir hacia el hotel, tomó el camino hasta el duomo, punto de la ciudad por el que solían entrar los visitantes, junto a una estación de ferrocarril principal que conectaba directamente con su destino.

La plaza seguía tal y cómo la recordaba: amplia, con el mismo suelo de piedra que predominaba en casi todo el casco antiguo. No fue hasta que dio un leve frenazo frente al monumento con fachada de mármol y ladrillo en diferentes tonos de ocre, que escuchó a Maka ahogar una exclamación en su nuca. Notó también cómo se tensaba, y apretaba los dedos contra su chaqueta con mucha fuerza. Soul, al igual que ella, aferró el manillar de la Harley hasta que le dolieron las palmas, y suspiró, deteniendo el motor.

Llevó sus ojos hasta la basílica de Santa María Novella, sintiendo el tremendo escalofrío que recorría el cuerpo de Maka. Ensanchó la sonrisa. Al menos consiguió abrir una brecha en la barrera, para bien o para mal. Sin esperarla, Soul bajó de la Harley, avanzando decidido hacia las puertas principales de la basílica, que estaban entreabiertas. Maka, que lo había seguido en silencio, se encontraba a su espalda, y volvió a tirar de su chaqueta de cuero, en cuanto él colocó la mano sobre una de las puertas. Se giró para cruzar mirada con Maka por primera vez en horas, y la vio pálida como la cera. Meneó la cabeza con energía, para indicarle que no lo hiciera. Pero Soul mantuvo la sonrisa, tratando de calmarla, en vano, pues los ojos esmeraldas se la chica se llenaron de miedo mientras él se volteaba hacia las puertas.

Con un chirrido excesivamente lento y agudo, las pesadas puertas se abrieron y un fuerte aroma a incienso se metió por su nariz de forma violenta. En el interior de la basílica, un par de sacerdotes terminaban de apagar unas velas en las naves laterales, y Soul dio por sentado que acababan de dar la misa de la mañana.

One Last Wish [Especial Navidad]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora