Acto 22

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Entro a la tina sin quitarme en la ropa y abrazo mis rodillas, escucho como alguien abre la puerta y los pasos comienza a escucharse cerca de mí.
¿Ahora quién será? ¿Me harán daño de nuevo? Solo escucho como golpean levemente a la puerta, debe de ser Alexis

-Puedes pasar -digo, aún me encontraba abrazando mis rodillas y viendo el agua, aunque debería de quitarme mi ropa.

Escucho unos pasos pesados. Se supone que los pasos deben de ser ligeros, bueno eso ya no importa; sigo concentrada en el agua sin fijarme mucho en lo que pasa alrededor mío. Hasta que escucho una voz grave de esa persona...

-¿Qué pasa? -fijo mi vista en el dueño de aquella voz y me doy cuenta era David. ¡No! Él no puede verme de esta manera.

-¿¡Dónde está Alexis!? -grito un poco alterada-. ¡No me veas así! Doy asco, ¡vete! -miro al chico con ojos llorosos.

Sin darme cuenta el chico me tenía abrazada, su abrazo me tranquilizó más de lo que que puedo imaginar.
Y sin darme cuenta una vez más, me quedé dormida en el pecho de él. Aún no logro entender en como es que él me provoca todo esto en mí.






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Abro lentamente mis ojos y noto que estoy en mi cama, y ahora tengo otra ropa, no la que tenía ayer. Me incorporo en la cama y me tallo los ojos.

-¿Qué hora es? -hablo somnolienta. Solo recuerdo muy poco de lo que pasó ayer; como por reflejo me abrazo a mi misma en busca de mi propia protección. Escucho que tocan a la puerta de forma nada salvaje y solo dejo que pasen; me topo con la figura de Alexis.

-Alexis... -miro al chico de ojos rojos-. ¿Por qué estás vestida de esa forma? -lo miro analizando su atuendo.

-Siempre me he vestido así -dice confundido y mira su ropa-. Todavía que vengo de buena fe, vas y críticas por como me obligaron a vestirme -dice dramáticamente tocando su pecho pero aún con ese aura de seriedad que se carga.

-Tampoco te lo tomes tan a pecho, dime, ¿sucede algo para qué hayas venido tú a verme? -indago y lo miro esperando su respuesta.

-Sí, que vayas a comer, el señor Cervantes acaba de irse y la empleada doméstica con el nombre de Haiko quiere que vaya a comer debido a que se esforzó más de lo que imagina para hacer el desayuno de usted, y si no va ahora a desayunar la señorita Haiko se ahogara en sus penas y caerá en depresión -se dirige a mí con un semblante serio. Ella me hace dudar mucho, llego a pensar seriamente en que si es hombre y que no es mujer o que lo que dice es verdad y no mentira-. ¿Me escuchaste? -habla de nuevo con su voz tosca y con esa mirada.

Insisto en que si ella fuera un hombre en realidad sería muy apuesto, y cualquier mujer caería a sus pies. Aunque su actitud no lo ayudaría en nada, si a si me trata a mí, mejor ni me imagino a su pobre pareja que llegué a tener.

-Sí, sí, sí, ya te escuché, ¿puedes salir? o ¿quieres ver cómo me cambio? -hago una mueca pervertida mirando al chico.

-No, adiós -pega la media vuelta y se va.

Vaya, hasta su rechazo me duele, bueno ya no importa; muevo mi cabeza hacia los lados, me levanto de la cama y camino hacia el baño para darme una tranquila ducha. Después de un rato terminé, comencé a buscar mi atuendo, algo sencillo, un vestido no tan corto pero ni tan largo de color azul rey.

-En realidad si es más cómodo de lo que imaginé -digo, y sonrío con un aire de tranquilidad.

-¿Ya terminaste? -resuena la voz tosca de Alexis, fijo mi vista del proveniente de la voz y me topo con un chico de cabello negro y ojos rojos recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados y juzgandome con la mirada.

Estaremos juntos de nuevo ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora