En ocasiones la ilusión de encontrar un amor de telenovela no es para todo el mundo. A mí me llegó un hombre sin principios, sin valores, sin un mandamiento invicto. ¿Por qué? Y la respuesta es por el propósito que tenemos en la vida... -¡¿Qué haces aquí?! -pegué un brinco del susto. Al balcón entró un joven alto, con su cabeza afeitada, su forma de mirar me intimidó, es atractivo, muy atractivo. Del susto tartamudeé un poco. -Es... es que... que yo... pues... -¿Eres gaga? -dijo de una forma tan despectiva que me hizo reaccionar, además él no debe ser nada bueno, está aquí. Aunque, yo también y no soy ninguna puta. -No. No lo soy, es solo que me asustó -se recostó en la baranda del balcón cruzando los brazos, me reparaba de arriba abajo, como escaneándome-. ¿Se le perdió una igual? -típico de mí, no me puedo quedar callada. -No se me ha perdido nada bueno -respondió serio. Ya había oscurecido un poco, me dio rabia y reconozco que fue porque no pasé la prueba visual ante sus ojos. ¿Y por qué? Bueno, ¿qué pasa si no le gusto? ¿Por qué debes gustarle Verónica? Me recriminé. Al diablo, debe ser un bandido, hijo de algún viejo verde que fornica en la planta baja-. No me gusta repetir las preguntas, ¿qué haces aquí? -Solo quería... buscaba algo de soledad -enarcó una de sus cejas y eso lo hizo ver más atractivo, es muy masculino-. ¿Quién es usted? -Alguien que puede hacer contigo lo que se le pegue la gana... Conocerlo fue un remolino tan turbulento que no veo un pronóstico certero, pero con el amor nada está escrito, por amor somos capaces de hacer cualquier locura. Hasta tener una metamorfosis. Esta es la historia entre Roland Sandoval un magnate que tiene dos vidas completamente diferentes y Verónica Vásquez una sencilla estudiante que aparece para enredarle la vida, o quien sabe, para cambiarle la vida.
7 parts