Capítulo 5 El famoso concierto

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Bajé a desayunar después de la faena que tuve anoche con Brenda, me tocó callarla con un cero de más en su paga, hasta ahí le llegó la histeria por el encontrón con Verónica, lo bueno es que al ponerse disque "digna", puedo dominarla más fácil, deja que la trate con más fuerza y meterle cuanto juguete se me antoje. Eso es maravilloso para mi pervertida necesidad. Supongo que ya se iría, no soporto otra vez su vagina. Ahora que espere más del año. Debo decirle a Rata que no la dejen entrar a ninguna de las haciendas y a Guillermo que no la llame por un tiempo. Ana ponía el desayuno, mi mano derecha esperaba como siempre con el itinerario del día. Me senté, mordí una manzana verde, Ana me preparó unos deliciosos huevos rancheros, dejó una cesta de pan y una taza de chocolate, le sirvió lo mismo a Rata.

—Patrón —desde unos días me analiza detenidamente. Él sabe que estoy haciendo cosas fuera de lo normal, ni yo sé porqué las he hecho—. ¿Usted cree qué es confiable? —dejó las cartas traducidas ayer en la mesa, se ha quién se refiere.

—No pertenece a nuestro gremio, ni es prepago. Además, no nos delató en la reunión de Juan. Pero si quieres, le pagamos y así le cerramos el pico.

—Patrón, la vieja ya conoce algunas rutas, eso no es bueno —tiene razón en lo que dice.

—Hablaré con ella. Ahora desayunemos —me agradaba saber que tenía una razón para volverle hablar.

Leí un par de artículos interesantes del periódico, tomé otra manzana y me levanté para ir a cambiarme, hoy regresamos a la casa, Simón se quedó un rato más entretenido en su computador. Al entrar a la sala, entraba Verónica y desde que la conozco se me tensaron las entrañas por dentro, me sonrió de una forma tan inocente.

—¿Qué haces aquí? —levantó sus perfectas cejas y metió las manos en los bolsillos de su ancho pantalón. Se vestía con ropa suelta y cubierta, hasta las veces que la he visto en fiestas lo hace, siempre viste tapada, no muestra piel, deja entrever que tiene curvas.

—Hola, ¡buenos días!, ¿cómo amaneciste? Yo estoy bien, ¡gracias! —suspiré profundo, sé que fui descortés y no tengo porque disculparme, ¡Jamás lo he hecho! Me limité a verla y cruzarme de brazos en señal de "habla pronto que no tengo tiempo" noté su nerviosismo, suspiró—. No es buen momento ¿cierto? No quiero molestar, yo nada más vine a invitarte al concierto de Marc Anthony, es mañana en el estadio... —no era mi intención, pero me reí, su cara se tornó roja y miró al piso.

—Verónica, ¡sabes la tontería que dices! —el rojo en su rostro se intensificó y por un instante pensé que se ahogaba. Lo siento por ella y es una tonta al invitarme a mí a eso. Esta mujer se montó en una película bien grande.

—Solo se dice: no puedo, gracias por la invitación, por ahora tengo ocupaciones inaplazables, mejor lo dejamos para otra ocasión. ¡Esa no es la forma Roland! —tenía rabia, mordí una vez más la manzana que tenía en la mano, más que aparentar indiferencia, era porque no sabía qué hacer ante la situación que se desplegó entre nosotros. Yo lo que busco es meterla en mi puta cama e introducirle mi verga las veces que me dé la gana, por esos tres orificios que tiene para brindarme placer. No me interesa de ninguna otra forma y, aun así, ¿por qué no me gusta que me vea de esa manera?

—Perdona... pero el hecho que ayer te llevara a tu casa no era con la intención que pensaras que tendríamos una relación de conocernos —le expliqué también con mis manos, ella volvió a mirarme de esa manera... —. Esas maricadas no me interesan —me arrepentí al verla a los ojos, es un libro abierto esta vieja y me incómoda, permite que yo sepa lo que siente y ¿qué mierda me importa a mí su estado de ánimo?

—Pensé que habíamos quedado como amigos ayer... —habló en susurro, se mordió el labio interno. ¡Qué mierda!, ¿ahora se pondrá a llorar? Las viejas sí qué lloran a toda hora.

Mundos Diferentes - Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora