Capítulo 6 Manteniendo distancia

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Pasé por mi recámara, eran las 7 de la mañana, toqué y al ver que no respondieron entré, la cama estaba arreglada —arrugué mi frente, hoy madrugó mucho—. Bajé las escaleras de dos en dos, en el comedor Inés le servía el desayuno a Simón, a Mojón y Churrusco.

—Buenos días —dije, los presentes me miraron... ¿por qué se ven enojados? —. ¿Verónica fue alguna parte? No la vi en la recámara —mi vieja bajó su cabeza para luego desaparecer detrás de la puerta de la cocina.

—Se fue, Cebolla la llevó a su casa en compañía de Rasca Culo, usted y yo nos vamos a un viaje, aunque no lo tengo en mi itinerario y cómo en estos últimos días, toca improvisar una vez más, ¿debo habituarme a su nuevo estado "normal"? —se metió una cuchara llena de huevo con salchicha, me miró y con la boca llena remató—. Solo dígame si alcanzo a desayunar antes del supuesto viaje —sé que su tono era irónico, eso era lo que quería ayer, mantenerla lo más lejos, pero... ¿por qué vuelvo a sentir la acidez en el estómago? Tensé la mandíbula y me senté, Inés sirvió mi desayuno, me obligué a comerlo en el menor tiempo posible. No hay vuelta de hoja, la sacaré de mi cabeza. De soslayo me analizaba, a Rata no logro persuadirlo tan fácil, sé que él piensa que Verónica me gusta, ¡qué idiotez!

Me he obligado a sacar negocios, vueltas, trabajos de donde no los tenía o para ser honesto conmigo mismo, he realizado el trabajo de mis empleados con tal de mantenerme ocupado. Y eso ha sido imposible. Todos los días salía a trotar de madrugada, entrenaba boxeo, karate y alzaba pesas hasta casi el medio día. Sé que Simón en algo tiene razón. Ella ejerce en mí reacciones que nunca han sido normales en mi expediente con las mujeres.

Desde que se fue de mi casa no la he llamado, me conformo con tenerla vigilada, debe pensar lo peor con mi actitud y me da igual. Soy la misma mierda no he cambiado. Pero eso no impide que sueñe con besarle los senos y penetrarla hasta que grité mi nombre y se desmaye de tanto sexo... ¡A la mierda con ella! Necesito erradicar esta vaina.

—¡Simón! —grité desde la biblioteca.

—Patrón —escuché su voz por el parlante.

—¿Ya está lista la reunión con Los Cárdenas?

—Nos esperan a las 10, le manda a decir que le tienen un encargo.

—¿Te cercioraste qué puedo implementar mis juegos? —Rata sabe los juegos sadomasoquistas a las que someto y empleo con las putas, como vendar los ojos, amarrar las manos y los pies, dar fustazos, que se traguen mi esperma aparte de que debe aguantar y obedecer lo que diga y pida.

—¿Nos vamos?

—¡Por supuesto! ¿Siguen resentidos? Y no se te olviden mis instrumentos.

—Debe andarse con cuidado, es una reunión para jugar cartas. Ya traje tres caballos que apostará en el juego.

—¿Cuáles trajiste? —unos de mis negocios legales son las pesebreras y a futuro quiero comercializar con los espermas de esos ejemplares. Se paga una fortuna por un buen espécimen y mis caballos cada día adquieren fama.

—Pintoso, Rigo y Matraca.

—Son bellos ejemplares, sabes ¿cuáles tienen ellos? —ingresamos al carro y Cebolla conducía, Rata se sentó en el puesto del copiloto y Negro a mi lado, detrás de nosotros iba el otro carro.

—No Patrón, usted sabe que deben mirarlos primero. También le recuerdo que hoy debemos concretar con la señorita Verónica, el viaje se acerca y será nuestra traductora —se me tensó la sangre por dentro y al mismo tiempo incrementó esas ganas por verla. Bloqueé mis pensamientos ante su recuerdo ya han pasado varios días.

Mundos Diferentes - Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora