Cuando se habla de un estudio, una indagación, una recolección de datos, muchas veces se imagina o se prevé, como algo muy difícil de aplicar o que conlleva una gran cantidad de escalones, por los cuales se debe transitar. Aquí -que no le resta importancia-, le desafío a quien lee estas líneas dos caminos. Tomé su móvil y consulte en cualquier "grupo" de amigos y amigas, o algo más intrincado y desafiante, salga a la calle de su barrio y a las primeras tres personas que pasen por ella, pregúnteles: ¿Cómo se combate el delito? No habrá muchas discrepancias. Sin dudas, el grueso de las respuestas estará en la educación, muchas veces qué conforma dicha palabra, será difícil de clasificar por quien la trae a escena. Esto será explayado más adelante, pero lo que me atañe aquí es la contradicción constante que se produce -educar o no-, por gran parte de nuestra población, absorbida por medios hegemónicos y figuras públicas que abanican la llama de esto. Una contradicción constante que se da en mitigar la figura de quienes están privados y privadas de la libertad. Dicha refutación, tiene su base en la confusión -tal vez adrede- en qué abarca estar privada o privado de la libertad, qué derechos tienen dichas personas, en qué momento y de qué forma. Sin más tambores. ¿Cómo impregnar educación si se busca implantar constantemente la quita de derechos al reo? Foto: Shutterstock-areebarbar
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