Izana Kurokawa se había vuelto un total desastre y él lo sabía, la vida de lujos y vicios se había apoderado de él y no le molestaba, tenía lo que quería con tan solo pagar unos billetes. Todo iba perfecto pero ¿Que sería de Izana cuando la viera a ella? La mujer que lo haría perder la cabeza se deslizaba por aquel tubo mostrando toda su sensualidad. Desde aquel día Izana decidió que no querría que nadie más a excepción de él pudiera ver aquellos movimientos, convirtiéndose así en su dulce obsesión.