El mundo es un escenario y nosotros simples actores. Renaud nunca fue un alfa como los demás. Él tenía un sueño, un sueño inaceptable para alguien de su condición. El mundo del teatro, la ópera y el ballet, eran monopolio absoluto de los omegas, y que un alfa quisiera formar parte de él era aberrante, indigno e incluso humillante. Pero a Renaud jamás le importó lo que el mundo pudiera pensar de él. Luchó contra viento y marea para lograr su objetivo, reprimiendo a su alfa una y mil veces para adaptarse a la vida rodeado de omegas tiernos y delicados que podrían suponer una tentación. Y ahora, a las puertas de su gran momento, a punto de debutar en el teatro más importante de París, el omega más perfecto del planeta llegaba para desestabilizar sus esquemas, poner en riesgo todo por lo que había luchado, y hacer que el alfa que era se alzara en todo su esplendor.