Empecé a escribir con el propósito de comprender mis emociones y en el proceso entendí que se puede morir escribiendo y seguir respirando. Si deseo vivir y también respirar, debo aprender a aceptar lo que mis versos esconden sobre mi. Cada página es un trozo de mi existencia, solo yo sé la causa por la que fue escrito y tu lector sentirás tal vez lo mismo que yo al leerlo, o tal vez no, por qué tú razón de sentir algo con mi escrito es diferente a la mía al escribírlo. Lo más fascinante es que muchas personas con un mismo verso pueden llorar, reir, identificarse, recordar y al final las palabras escritas son las mismas para todos y aún así lo que sentimos es tan distinto.
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