En un pueblo donde las normas ya estaban escritas y los destinos pactados, la familia Na se mudó para buscar alejarse de la agitada vida de Seúl. Observando por la ventana de su aburrida habitación, fue la primera vez que Na Jaemin vio a Lee Jeno y si bien nunca habían sentido lo que era un gusto, desde ese momento conocerían el sentimiento que los quemaría hasta hacerlos cenizas. Nunca se trató de evitarse el daño; siempre fue acerca de arder por ese color. Porque ambos fueron creados con las piezas disparejas de un rompecabezas para complementarse.