Capítulo 7: Crudo reencuentro

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E. Aster Bunnymund

¡Nada! Por más que buscaba, ninguno de los dos estaba por los alrededores, Norte había estado aquí, prueba de ello era la hierba donde había caído, pero fuera de eso, él no estaba por ningún lado. El reporte de los Huevos de piedra no ayudó mucho para encontrarlos, solo confirmaban que Norte había estado aquí, pero no decían nada de Meme.

—Maldita sea. —Era un gran problema, con Hada y Norte tal como estaban y con la desaparición de Sandman, estábamos en desventaja. Había qué reconocerlo, Pitch se había vuelto fuerte, nos venció, pero solo porque nos había tomado por sorpresa usando sus sucias trampas. — ¡Éramos guardianes, maldita sea! No podíamos caer tan fácilmente. — Agite la cabeza un par de veces para intentar despejar mi mente, tenía que actuar y rápido.

Era el único que no estaba herido o afectado por el ataque. Quizá Norte se transportó con sus esferas de nieve, en ese estado el único destino que podía pensar en era en el Polo, también había una posibilidad de que Sandman estuviese con él. Si estaban juntos, sería un alivio. No podía movilizarme solo, por lo que Meme era la mejor opción.

Con mis conclusiones, toque un par de veces el suelo y me deslice por el túnel hasta el interior del hogar de Norte. Ahí me costó reconocer el lugar debido al profundo silencio que había dentro, ni siquiera los Yetis o los duendes se paseaban por el lugar. Observé el globo y no pude evitar asustarme ligeramente, las luces poco a poco estaban apagándose, los niños estaban dejando de creer.

Al darme cuenta de que el temor crecía en mí, moví la cabeza de un lado a otro para desaparecer aquellos pensamientos. Necesitaba concentrarme. Antes de darme cuenta, un par de duendes venían presurosos hacía mi con un gesto sorprendido y, en parte, aliviado. Sin permitirme peguntar, halaron de mi hasta llegar a la entrada de la oficina principal, los Yetis custodiaban la entrada con rostro preocupado, abrieron paso con mi llegada. No necesite explicación, estaba seguro de que Norte estaba dentro, solo deseaba que Meme también lo estuviese.

Abrí la puerta y comprobé la presencia de mi compañero, aunque solo pudiese ver su espalda al fondo de la habitación. Entré sin hacer ruido, el ambiente era pesado y silencioso, Norte, mi alegre y optimista amigo... él parecía devastado, no podía describirlo de otra manera. Me acerqué y toqué su hombro, pero antes de si quiera llamarlo, se apartó presuroso, aunque el contacto fue breve, mi pata pudo sentir el temblor de su cuerpo.

Debía dejarlo solo, realmente parecía necesitarlo. Tal y como entré, salí. Todos los lacayos de Norte me miraron preocupados y ansiosos de escuchar buenas palabras de mí, pero en lugar de eso, negué con la cabeza para indicar lo contario. Todos bajaron la cabeza por mi acción, algunos se mostraron incluso nerviosos.

—Sólo, déjenlo solo. — Pedí para intentar tranquilizarlos y evitar que su preocupación creciera. Sin decir más, me apártate de ellos y fui hacía el vestíbulo principal. Tras dar una última mirada al parpadeante globo, abrí un túnel.

Sandman no estaba ahí, y eso era un problema, debía ir al último lugar donde le había visto, antes de separarnos.

Aunque el polvo de la batalla había disminuido, el desolador panorama seguía intacto y el cadáver del mono aún permanecía ahí, inmóvil, sobre un charco de sangre que comenzaba a llenarse de polvo. Volví a agitar la cabeza para intentar concentrarme en mi objetivo, pero antes de recomponer la compostura, algo entre los escombros llamo mi atención, aquel cayado que Norte había dejado caer en batalla yacía debajo de un par de escombros.

—Jack — Pronuncie con enojo aquel nombre. ¡Todo esto había sido por su culpa! Su alianza con Pitch había causado la división de los guardianes, ansiaba golpearlo, ¡Necesitaba hacerlo! Con el enojo como motivador, continúe buscando algún rastro de Sandman, y logre encontrarlo sobre el cielo. Aunque la mañana comenzaba a llegar, sobre el cielo se podían notar pequeñas partículas de su arena dorada que se extendía por el horizonte. Y ante esto, un mal presentimiento recorrió desde la punta de mis orejas hasta las plantas de mis patas.

Mía Es Tú Libertad - Secuela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora