Capítulo 3: Recuerdos de un engaño

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Pitch Black

La noche había caído y sin espera alguna, mande a mis pesadillas al exterior, necesitaba sembrar más terror, conseguir más pesadillas, pero hoy me era imposible salir de manera presencial, Jack aún estaba dormido y no podía arriesgarme a dejarlo solo, sabía que no era un guardián, pero si un peligro potencial para mis objetivos. Necesitaba atarlo a mí, terror y frío, no había combinación mejor, éramos el dúo perfecto. Pero su personalidad me tenía dudoso, yo actuaba para temer ¡era mi razón de existir! Él era todo lo contrario, tenía una diversión completamente opuesta a la mía.

Recordaba con añoranza los días de la era oscura, niño o adulto, hombre o mujer, ninguno podía evitar caer ante el terror de la oscuridad, el miedo que emanaban era simplemente glorioso, había sido una época maravillosa, hasta la llegada de esos malditos guardianes.

Resurgir no iba a ser fácil, los niños de esta época eran de pocos temores, llenos de ilusiones, sueños y esperanzas, usaría la molestia de Jack contra Lunar y sus estúpidos guardianes para romper su ridícula neutralidad, era un aliado de gran valor, desperdiciar su potencial en favor de los niños era simplemente una locura, necesitaba una guía y quien mejor que yo, el rey de la oscuridad, para ello.

No fue necesario insistir demasiado para que viniese conmigo y eso me traía inquieto, lo conocía, era un chico impulsivo, no podía descartar la posibilidad de que solo me hubiese aceptado por un simple arrebato de ira, si había sido eso, sería difícil convencerle de unirse a mí. Unos suaves movimientos de su cuerpo llamaron mi atención y me levante de mi sitio para acercarme un poco y entrar en su campo visual.

- Veo que despertaste Jack, comenzaba a preocuparme. - Hable en voz alta para llamar su atención, de inmediato se levantó con prisa haciendo movimientos torpes, al parecer le sorprendía que fuese el primero en ver nada más despertar.

- Pitch...- Le escuché desconcertado al verme, parecía confuso. - Así que no fue un sueño. - Llevo la mano a su cabeza y esta cubrió una pequeña parte de su rostro, su voz poseía un tono de arrepentimiento, eso no me daba una buena señal.

- Claro que no.- Respondí con una sonrisa mientras acortaba la distancia entre nosotros y le tomaba con un suave tacto de la cintura atrayéndole hacia mí. Sentí su cuerpo tensarse y su pálido rostro tomar un ligero rubor. Noté un poco de resistencia por su parte y su mirada parecía evitar la mía, en un intento por cesar sus movimientos tomé su muñeca con mi zurda logrando limitar su libertad, pero no su inquieta mirada que parecía buscar algo a los alrededores, no me costó deducir que buscaba su cayado. - No lo busques más, ni siquiera yo sé dónde está. - Capte su atención y por su gesto no estaba equivocado. Mentía, sabía dónde estaba, pero corría el riesgo de que lo usara en mi contra, era un peligro que debía evitar.

- Suéltame. - Pidió con fingida molestia, podía sentir sus emociones y entre ellas la que más llamaba mi atención era el miedo, era poco, pero estaba presente en él.

Obedecí y le solté por completo, mi objetivo era atraerlo no ahuyentarlo, él pareció confundido por mi obediencia, pero aprovecho para tomar distancia. Mostré una ligera sonrisa, sabía que no debía asustarlo, pero no podía evitarlo al sentir las emociones negativas de alguien, miedo, confusión, desconfianza, inseguridad. Todo eso me incitaba a estimularlos más, ¡era mi naturaleza!

- No te asustes, Jack. - Hable con altiva actitud mientras caminaba alrededor de él a paso lento. -No te traje aquí para que me temas, no te haré daño, al contrario, yo te entiendo Jack, sé lo que se siente ser ignorado por miles de años, siendo atravesado por las personas ¡como si tu existencia fuera tan insignificante! Solo nos tenemos el uno al otro, Jack. - Le recordé con cierta rabia y desdén en mis palabras, me detuve y acorté un poco la distancia entre nosotros con un par de pasos. Ahí estaba de nuevo, mientras más me acercaba, su inseguridad se volvía a hacer presente e iba en aumento. Intenté evitar un par de risas, pero no hice un gran trabajo al dejarlas escapar. – Solo yo puedo darte lo que el hombre de la luna nunca te ha dado en estos 300 años: Atención.

Mía Es Tú Libertad - Secuela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora