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Las apariencias pueden engañar demasiado. Desde la adolescencia Emilio mostró un gran gusto por los colores oscuros, además de los de los pircings y tatuajes, pero esos gustos parecían condenarlo a ser un "chico malo" cuando en realidad no era así. La ropa o lo que usará jamás lo definiría como persona, a decir verdad era demasiado tranquilo, si a veces se metía en algún problema pero nada grave.

Toda aquella imagen de "chico malo" que lo acompañó durante años, solo aumentó cuando estaba en su último año de preparatoria, pues después de trabajar los veranos por unos años y con la ayuda de sus padres se compró su motocicleta, terminando de completar su imagen. Muchos aseguraron que la había robado y tantas estupideces más, que ignoro, como siempre.

Si tenía dos pircings uno en el labio, otro en la ceja, le gustaban mucho las chaquetas de cuero y las usa constantemente, también tiene dos tatuajes aún sin ser mayor de edad y conduce una motocicleta eso no es un delito.

Cuando entró a la universidad a Emilio le importo aún más un carajo lo que se decía de él, cada lunes era seguro que corría el rumor de que se acostó con tan persona en la fiesta del sábado o que lo metieron a la cárcel y tantas estupideces, que a veces se preguntaba como era que tenían tanta imaginación. Incluso al enterarse de que se mudó solo, aseguraron que lo habían corrido por su mal comportamiento, cosa que por supuesto no era cierto, él solo quiso independizarse.

A decir verdad no era el único que sufría de aquellos chismes, muchos pasaban por lo mismo, lo que en realidad odio fue cuando una de sus compañeras aseguró que él la había seducido en una fiesta y un montón de tonterías, lo peor es que todos le creyeron porque ella daba una imagen que no rompía un plato cuando era una caprichosa chantajista y demás, como odiaba a esa gente.

Lo que más le causó risa a Emilio fue que para empezar él ni siquiera va a esas fiestas y siempre aseguran que lo vieron haciendo cada estupidez, quizá como jamás se molesta en negar nada se presta más para especulaciones.

Aunque lo que remataba todo era el que decían que se acostaba con una chava diferente cada semana, había un gran problema en eso, a él solo le gustaban los hombres por ende era imposible a menos que tuvieran un pene oculto.

En pocos meses se acostumbró a los rumores que siempre había, ahora incluso les seguía la corriente.

Respecto a su vida amorosa, no era muy buena, no había tenido más que un par de novios que ni siquiera pasaban de los dos meses de relación.

Aunque a decir verdad a Emilio le gustaba demasiado alguien, ya se habían besado un par de ocasiones, en sus salidas que tenían, cada día sentía la necesidad de volver a unir sus labios y pasar todo el día abrazándolo. Armándose de valor, decidió que hoy le confesaría sus sentimientos, por eso decidió citarlo en su departamento.

Justo ahora estaba en una pequeña crisis de que se pondría, una de sus chaquetas ya estaba decidida, pues le gustaban demasiado además que lo tomaban de ahí para besarlo, cosa que le encantaba. Al final se decidió por una playera vino, con sus pantalones negros y los botines que le regalo el dueño de su corazón.

Justo cuando el rizado terminó de cambiarse, se escuchó el timbre de su departamento, camino rápidamente y en cuanto abrió la puerta sintió como lo jalaba del cuello de su chaqueta para besarlo, sabía que solo sería un beso corto por lo que rápidamente lo tomó de la cintura para evitar que se alejara y poder mantener sus labios juntos más tiempo.

— Hola tú —susurró al separarse con las respiraciones agitadas, haciendo referencia al día en que se conocieron hace unos meses.

Emilio de inmediato sonrió al escuchar esas palabras de su pequeño, sin poder evitarlo recordó cuando lo conoció.

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