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Asfixiante

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Asfixiante.

Esa es la palabra que mejor describe a la sensación que le da aquel icor negro y espeso que lo envuelve.

Cada vez es más difícil recordar los años y días antes de su colapso y sobre todo antes de esa noche donde cayó de aquel risco sin nadie que escuche sus gritos de auxilio antes de caer al mar.

Esas imágenes se mezclaban con lo poco que quedaba en su mente sobre otras realidades, como si de cuartos oscuros en un largo pasillo se tratasen donde él entraba perdido buscando la salida. La última de estas fue siendo un maestro de educación física, era la más "clara" hasta perderse con nuevas imágenes de una oscura carretera y el sonido vacío del silencio con el estéreo fallando, por otra parte la sensación de su cabeza hundida en el agua seguía estando ahí, lastimando sus oídos con voces ilegibles hasta que escuchó aquello.

"Quiero ser la única."

Despertó alterado dando una gran bocanada de aire como si saliera del agua, pero el mareo que siguió lo volvió a tumbar en la suave cama sobre satén negro, se frotó los ojos sintiéndose con ganas de vomitar aunque tenía el estómago vacío, aún no tenía idea de quién era en esa realidad y los nuevos recuerdos solo se agolpaban en el como imágenes sin sentido.

Escritor

Fue la única palabra que logró entender en su enredada mente. Eso es lo que hace ahora, es un joven prodigio de las letras y esa era su cama ¿No?.

Las paredes blancas inmaculadas y muebles de madera clara, la cama era bastante sobria con sábanas y mantas en una escala de gris y blanco, entonces se dio cuenta que el trozo de tela negra era un camisón de mujer, probablemente la dueña de las pastillas que cubrían en montón la mesa de noche al otro extremo de la cama.

Un lugar bastante aburrido y sobrio como él, un trabajo algo extraño para quien dice poco.

Tragó duro al darse cuenta que eran pastillas anticonceptivas y otras de las que desconocía su función, aunque su mesita no estaba mejor, era mejor no hablar de lo que había junto a la botella de vodka.

Lo pensó y se forzó a recordar algo nuevo que le pueda servir fuera de imágenes y escenarios a los que no les encontraba sentido.

Era un escritor, pero últimamente solo de guiones para cine y televisión dándole explicación a las imágenes sin sentido en su mente, teniendo una única musa, la dueña del satén negro.  Su amor por ella era algo parecido a la locura y la obsesión, podrían tomarlo por un mentecato si no fuera por un pequeño detalle... Eran pareja.

Se frotó el rostro aún perturbado.

Seguía siendo él, seguían siendo sus manos y su rostro, su cabello despuntado y todo en él seguía siendo suyo e igual.

Continuaba siendo el mismo que cuando era cazador, el mismo de otras realidades.

Aún con malestar se levantó de la cama buscando la puerta que lo llevase al baño.

𝘌𝘯 𝘭𝘢 𝘊𝘢í𝘥𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora