IV

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Era como estar en el cielo con la acompañante correcta

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Era como estar en el cielo con la acompañante correcta. Tomioka podía sentir aquello mientras Shinobu aceleraba un poco en la calle mientras conducía por la carretera rodeada de palmeras con el aire agitando un poco el pelo de ambos.
Se sentía tan ligero...

Antes solo tenían esa sensación cuando todo era caos, peleando con demonios o entre ellos, incluso contra sí mismos, cuando salvarse era de vida o muerte, en cambio ahora solo eran un par de amantes huyendo de las miradas y veneno público.

Sonrió un poco de labios cerrados mirando a la actriz tararear bajo una canción como de cuna mientras conducía concentrada haciendo cierto esfuerzo para alcanzar el acelerador y el freno debidamente hasta que las calles se hicieron más y más oscuras.

Podía escuchar las olas a lo lejos y quizás solo eran los tragos que tenían encima pero sintió algo de miedo tensando su cuerpo dejando un nudo en su garganta, era irónico y casi un mal chiste siendo el pilar del agua; la sensación solo cesó hasta que Shinobu tomó su mano.

—Tranquilo, ya se que no te gusta el mar, no iremos... No dejaré que vuelvas a lastimarte. — las suaves palabras de Shinobu le dieron poca calma, menos de la que se buscaba debido a que en su mente una pregunta más se adhería a la lista además de tener nítidas imágenes de su caída en aquel acantilado, lo último que traía de su anterior vida.

Sin darse cuenta sujetaba la blanquecina mano de su compañera con algo de fuerza pero ella parecía no inmutarse siquiera cuando su piel se tornó algo roja, el azabache notó aquello.

—Disculpa no quería...— la sonrisa que obtuvo de parte de su pareja cortó la seca pero avergonzada disculpa que planeaba ofrecer.

—Tranquilo, lo prometimos ¿Recuerdas? — como si en el fondo ella supiera de su amnesia complemento la frase —. Cuida mi espalda, yo cuidare la tuya y ni en la muerte abandonaremos al otro... Menos cuando tenga miedo o este en peligro. Ya sabes, la primera noche que dormí contigo luego de... Formalizar en la mansión. — había algo agridulce allí, lo notaba incluso en el borroso recuerdo que se empezaba a formar en la mente del azabache que asintió en silencio, aunque era algo más lejano a la mansión.

Tomó consciencia de que sus escasos recuerdos solo eran de hechos "normales y buenos", pero todo se tornaba particularmente borroso si se relacionaban a esa sensación de malestares o momentos aparentemente duros y eso solo causaba más curiosidad por recordar su vida actual. Llevo la mano de Shinobu cerca de sus labios depositando un leve beso aún con aquel pensamiento.

—Gracias...  voy a asegurarme de protegerte y mantenerte a mi lado.

La frase quedó bailando entre ambos, en un silencio cómodo aún con la oscuridad que se asomaba en la mirada y la expresión de Tomioka. En aquel carro en medio de la oscuridad presente con las iluminaciones artificiales de la ciudad, quizás ambos sabían que no todo fue miel ni en esta ni en su primera vida juntos.

𝘌𝘯 𝘭𝘢 𝘊𝘢í𝘥𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora