Día 2

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        No puedo creer que les siga la cantaleta de que Elyssa no es real, ni ellos pueden asegurarme eso; esto es tonto, yo soy un tonto, todos estos malditos que me rodean son unos tontos. Nadie me asegura nada, el accidente es nulo; mi cabeza da vueltas por el vacío de mis pensamientos, ahora regreso a la realidad en donde estoy siendo sostenido por la enfermera que me cuida, Camile.

- ¿Christopher, Ya estás mejor? - dijo Camile después de retirar la aguja que había insertado en mis venas para calmar mi ansiedad.

- Sí. - contesté friamente, no la quería cerca para que me drogara de nuevo.

        Fue entonces cuando ella se volteó y salió de mi habitación por unos minutos para hablar con el inepto de mi doctor, Cooper. Antes de su regreso me aseguré de cerrar con candado el picaporte para así obtener tranquilidad, lamentablemente Camile regresó antes de lo pensado y comenzó a girar la perilla con insistencia.

-Christopher... Ábreme. - comentó ella al otro lado de la puerta, lo cierto es que ella tiene llaves extra para entrar a mi habitación, pero como la buena chica que es, prefiere tocar la puerta y esperar por mi respuesta.

Me levanto desganado del lugar en donde estoy sentado y abro lentamente la puerta, agradeciendo silenciosamente el que Camile esperara por mí y no ser tan insistente en cuanto a dicho impedimento para entrar a mi cuarto.

- Es temprano por la mañana, ¿te gustaría desayunar algo? - dice de manera amable.

- Ajá. - ¿Ya les he dicho que casi no me gusta estar con las enfermeras? Bueno, si no es así pues no me gusta estar con esas locas llamadas enfermeras, todo lo que quieren es drogarte para "calmarte" además eso de "desayunar" ni yo me lo creo, yo sé que esconden mis medicamentos en la comida, después de esos 2 años en esta clínica pues te acostumbras un poco, no tengo nada más que replicar por eso el monosílabo que emplee para contestarle.

Gracias a Dios ella se largó a traerme algo de comer, me indicó que no me moviera y que ni se me ocurriera encerrarme de nuevo, hice caso omiso y salí de mi aislo a explorar un poco, tengo mucho sin salir al jardín así que decidí tomar un pequeño paseo antes de que llegue y me encadene a una silla para que coma mis alimentos.

Al salir me encontré con una señora de aproximadamente 65 años de edad, ella sólo me indicaba un lugar entre los árboles, su mirada llena de tristeza y temor, esta comenzó a gritar y patalear en su silla de ruedas, en seguida todo el personal estaba encima de ella, dandole tranquilizantes para que lograra calmarse un poco, al ver su notorio descanso ella reposó de nuevo su vista sobre mi rostro y sonrió, mostrando su dentadura; después levantó la mano y se despidió de mí.

Ese acontecimiento fue demasiado raro, además el lugar entre los árboles me llamaba más la atención; no sabía lo que habría ahí pero de pronto logré observar una sombra que salía disparada hacia el fondo del jardín. Justo cuando me propuse a seguirla Camile apareció con una bandeja de comida y comenzó a gritarme.

-¡Christopher! ¡Christopher, ven aquí ahora mismo! -

Demonios, que no saben que tengo 20 años, soy lo suficientemente maduro como para saber que hago.

- ¡Christopher! ¿Qué acaso no me oíste? - chilló la pelinegra.

- Ya voy, maldita sea. - bufé sin aliento. Ella realmente me saca de quicio.

Desesperado regresé al lugar de donde venía el grito de dicha mujer.

***

Después de que la pelinegra me obligara a comer y después a bañarme, decidí volver al jardín y visitar aquel lugar disimulado entre los árboles en donde la señora me señaló, en donde una sombra huyó... Me gustaría saber que había ahí antes de que la enfermera llegaba.

- Necesito saberlo. Necesito investigar. Necesito. Necesito. Necesito. - comencé a murmurar para mis adentros. Vagamente seguí caminando hasta el lugar mencionado y rebusqué por los alrededores para ver si lograba encontrar pista alguna de la sombra. Fue entonces cuando escuché una rama crujir.

- Chris... Chris... - Alguien decía mi nombre con un volumen muy bajo.

- Collingwood, Collingwood, acércate a mí. - Escuché de nuevo y con la misma voz, una voz que dormía mis sentidos, me sentía hinoptizado.

Me dí un giro lento, pero no logré percibir nada, comienzó a caminar hacia cualquier dirección a ver si logro visualizar algo y entonces la ví, sentada en una fuente vacía, Elyssa.

- Existes. - comenté asombrado.

Se Real, Se Mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora