-¿Qué?
Mi mamá había respondido aquello. Después de que le anuncié mi nueva decisión. Miré a mis padres. Se habían quedado en shock. Mamá seguía sosteniendo su tenedor junto a su boca, incapaz de poder hacer algún otro movimiento. Papá estaba boquiabierto, pensando en que todo era un juego.
Me asusté un poco por su reacción, yo no sabía lo que ellos pensaban, pero me mantuve firme. No quería que ellos notarán mi nerviosismo.
-Necesito un novio. -dije de nuevo y mamá sonrió.- Me he puesto a pensar desde hace tiempo, y creo que es lo más correcto. Tener novio sería lo mejor que pudiese pasarme. Además, nos amaríamos, comeríamos, reiríamos, sería maravilloso.
-Pero, Anna, estas muy pequeña aún. -Papá había dicho eso con una mirada de ternura, cosa que me fastidiaba. Yo ya era niña grande. Digo, grande. Ya no soy niña.
-Papá, tengo dieciséis. Julieta tenía trece y tenía novio.
-Ellos murieron...
-¿Y a quién le importa? -reí- Ellos se amaban y eso es lo que yo quiero. Necesito un novio.
-Tu necesitas muñecas-. Dijo papá.
-Y nosotros nietos... -Ambos miramos a mamá. Digo, tal ves yo me estaba apresurando con un novio, ¿pero tener hijos ahorita? - Bueno -se explicó mamá-, en algún futuro lejano...
Mamá suspiró y siguió comiendo, con una sonrisa en la boca. Me senté con ellos y me serví un vaso de jugo. Estaba tan emocionada que quería atragantarme. Sentía que me asfixiaría por mi felicidad.
-Bueno, entonces hija necesitamos salir. -Escupí.
Por lo menos no me atraganté.
-¿Salir? ¡Oh por Dios! Estoy tan feliz. Tenemos qué ir a comprar vestidos, y maquillaje, y cosas de chicas y, y, y... No tengo ni la menor idea, pero será fabuloso. ¡Tendré un novio! Dios, será increíble. Necesito arreglarme porque voy a salir. ¡No puedo ir a conseguir novio así! ¡No me tardo, voy a arreglarme!
Salí corriendo a mi habitación. Busqué vestidos, pantalones, blusas, zapatos, collares, aretes, pulseras... ¡¡OH POR DIOS LAS UÑAS!! ¡No puedo ir con las manos hechas un tomate! Pero necesito apresurarme...
