Libertad

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Toc toc

El sonido de la puerta me sobresaltó. Me acerqué con cuidado. No tenía idea de quien era.

Toc toc

Bueno, estoy segura de que no es Anna.

-Hija, Elsa, ¿todo en orden?

Abrí la puerta. Mi madre y mi padre estaban ahí. Mirándome preocupados.

Corrí hacia ellos y ¿y qué? No podía hacer algo.

-Los abrazaría pero... Dadas las circunstancias...

Reíamos, por primera vez en años. Los abracé tan fuerte (sin importar lo que pasaría) y caímos al suelo de mi habitación. Mientras lindos copos de nieve nos acompañaban.
De pronto, los solté rápidamente, no quería hacerles daño. Me daba miedo hacerles algo. Me levanté y los copos de nieve cesaron, y a continuación, unas barreras de hielo muy puntiagudas salieron del suelo.

¿En qué estaba pensando?
Menuda cosa había hecho. ¿Y si los mataba que? ¿Acaso me dejaría de importar? No puedo permitirme lo que acabó de hacer. No mas...

Mis padres corrieron a mi, pero se detuvieron.

Estábamos a escasos metros. Mirándonos.

Dong...Dong...Dong...

El toque de queda había sonado ya. Mis padres solo me siguieron con la mirada. Me vieron salir por la puerta, y caminar por el pasillo, bajar las escaleras, dar vuelta por la izquierda, tomar otro pasillo, y salir por la puerta trasera.

El lago se extendía frente a mi. Con miedo, caminé junto a el. Era mi mejor compañía cuando era de noche.
Seguí caminando hasta encontrar el bosque.

El bosque se encontraba justo detrás del castillo. Era demasiado oscuro de noche, pero de día... Bueno, de día yo jamás lo había visto. Sigo pensando en como podrá ser. ¿Será aterrador? ¿Oscuro? ¿Luminoso?

Siempre me lo eh preguntado.

Llegué al hueco del bosque. El hueco en donde los arboles no prestaban atención y rodeaban con intención de vigilar. Justo en medio, un lago lo suficientemente pequeño se encontraba ahí.

Era curioso, jamás había ido más allá del hueco. Me daba miedo.

Pero bueno, ¿a qué le tenía miedo, cuando yo era el monstruo de una pesadilla?

Alcé mis manos y me dispuse a moverlas con gracia. El pequeño lago se hacía cada vez más brillante. Mis manos seguían jugando en el aire, y pronto mis pies comenzaron a moverse.

Pronto, el lago, antes con agua, ahora estaba hecho de hielo.

Me acerqué lentamente y comencé a patinar. Mis zapatillas están hechas para eso precisamente, y para ser sincera, es algo que agradezco.

Di vueltas, saltos y giros completos. Quería mi propia libertad. Me sentí libre de mi propia cárcel, libré de mi misma.

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Segunda Parte

Horas después, escuché un sonido. Me detuve. Ya había pasado la hora de irme, creo. Era tarde. Más tarde. Descongelé el lago y cuando iba a salir del hueco, el aliento de alguien hizo helar mi sangre (más de lo que ya estaba).

Muy bien Elsa, ahora alucinas.- me dije para mi misma.

Otro sonido.

-¿Quien está ahí? -pregunté con voz temblorosa.

Perfecto Elsa, seguro y te contestan, "Si soy yo, el monstruo que te comerá, ¿quieres un cafecito?"

Me sujetaron del brazo y no pude hacer más que correr. Corrí al castillo. Tenía que correr. Pero mientras más creía acercarme, más lejos se veía el castillo. Sentía mis pies escocer. ¿Quién corre con zapatillas? Necesito seguir. Visualice la puerta y me acerqué a ella, la abrí cual tormenta y de manera inmediata la cerré, pero no sin antes escuchar un susurro diciendo "despierta".

Elsa y Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora