Pequeños pasos

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Estaban demasiado asustados de amar y mucho más de ser amados

Alterada, era una palabra que quedaba corta con respecto a como volvió a su departamento aquella noche; tal vez, asustada sería más adecuado, sin embargo, no era del todo así.

Inquieta, un poco.

Confundida, más cercano.

Aún así, no había nada que englobaran todo y no quería identificarlo.

Se repitió, incesantemente, que estaba pensando de más; que Sasuke no la veía de otra forma; y que no debería huir.

Y no quiso indagar mucho más allá, porque aquello sería revolver aún más las cosas en su corazón y ella no quería saber.

A veces, la ignorancia es más sana.

El sueño la esquivó gran parte de la noche, pero cuando al fin volvió, ella ya había logrado serenarse; y, cuando llegó la mañana, había recuperado su normalidad.

El Uchiha, en cambio, perdió el sueño por la misma situación, pero por distintas razones, bastante más concretas que la suya: como continuar. Se debatió entre aparecer ese día o no hacerlo; continuar avanzando hasta que se acostumbrara o darle un tiempo para que ella se sintiera segura. Decidió por lo primero; porque ella no debía olvidarlo.

Unos suaves golpes en su puerta la devolvieron a la realidad mientras terminaba de peinarse. Se miró una última vez al espejo y fue a abrir, esperando encontrar a Kiba o Shino.

- ¿Sasuke?

- Buenos días – Saludó – traje rollos de canela.

Desayunaron tranquilos, disfrutando de aquellos dulces que eran sus favoritos y cualquier rastro de incomodidad se esfumó mientras conversaban como si nada hubiese pasado.

Aunque ambos sabían que esa relación, estaba tomando un camino algo más profundo.

Por eso, para seguir avanzando por esa dirección, él recurrió al estúpido recurso que usó hace un año atrás: volver a cocinarle.

Esa era la única forma de verla siempre y sin excusas.

La semana pasó tranquila y rápida.

Y exactamente siete días después de haber recibido la pequeña plantita, Hinata se encontró con una nota en el piso, a la entrada de su departamento.

Curiosa, tomó el sobre desde el piso y volvió a ingresar a su espacio cerrando la puerta detrás de ella.

Y le dio un vuelco el corazón.

"Tu sonrisa es hermosa y tu voz es encantadora; adoro tus ojos claros, y tu cabello oscuro como la noche; y, aún en tus defectos, no puedo dejar de admirarte.

Me gustaría poder decirte todo esto de frente, incluso mucho más, mirándote a los ojos, pero sé que aún no estás lista para enfrentarlo; sé que aún estás sanando.

Así que, por favor, por ahora créeme.

Y no olvides que hay alguien ahí, para ti, esperando."

Sintió su rostro enrojecer mientras leía aquellas palabras que por primera vez eran dedicadas a ella.

Esta era su primera carta de amor.

Avergonzada, tapó su rostro, mientras la ansiedad se abría paso y un pequeño nudo en su garganta se formaba.

Esto era nuevo.

Y podría sentir miedo o rechazo de que alguien le enviara algo así, pero pensar que una persona podría tomarse todas esas molestias solo para hacer daño, no tenía sentido. Así que creyó.

La luna y la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora