Ser Hyuga

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Con su porte imponente, su elegancia característica y esos ojos blancos que la distinguían, Hanabi estaba ahí, frente a ella, después de un año.

Como una Hyuga. La sucesora del clan.

Hermosa, como siempre había sido, y con esa mirada directa y sin miedos; dio un paso al frente sin temor y estiró sus brazos para tomar a esa hermana perdida.

Un año había sido mucho tiempo.

Cerró la puerta detrás de su hermana y la invitó a pasar, consciente de que, si ella estaba ahí, era porque sabía lo que había ocurrido con Naruto.

Su hermana avanzó hasta encontrarse con unos grandes ojos castaños que la observaban y una pequeña colita que se movía de forma amistosa.

Sus ojos brillaron y Hinata sonrió.

- Te presento a Lili.

Hanabi miró a su hermana, con una expresión totalmente diferente a la que debería tener la sucesora del clan; con ojos llenos de ilusión y totalmente derretidos ante ese pequeño animal frente a ella.

- ¿puedo tomarla?

Y ante la afirmación de su hermana, la menor tomó entre sus brazos a Lili y esta, no volvió a tocar el suelo en toda la visita.

Se sentaron con tranquilidad en el sillón, con una taza de té y algunas galletas que Hinata había horneado; expectante ante lo que su hermana había venido a conversar.

Porque un Hyuga nunca hace visitas así, sin sentido. Menos a una exiliada del clan.

- Padre te mandó a llamar.

Raro, era decir poco; no había visto a su padre desde que decidió marcharse y le prohibieron volver.

- ¿Porqué?

- No puedo decírtelo todavía, pero necesito que asistas.

Luego de la breve pero significativa visita de Hanabi, Hinata supo que algo importante estaba por ocurrir. Bueno o malo, no lo sabía ni lo podría evitar.

Suspiró.

Tenía todo el día para prepararse y suponer; y no tenía la ropa adecuada para una visita formal; ni mucho menos las cosas de Lili.

Había mucho que hacer.

Tomó su pequeña cartera que usaba cuando no iba a misiones, su chaqueta gruesa de invierno, gorro de lana y bufanda; y salió.

Acomodó a Lili en su chaqueta imitando a como lo hacía Kiba cuando niño, y rio al recordarlo.

En secreto, siempre había querido hacer lo mismo que él.

- Lili, no tenemos nada que envidiar a Kiba y Akamaru- le dijo y abrió la puerta del edificio.

Y por venir distraída hablando con su perrita, no notó que chocó con un cuerpo bastante más grande que ella: Sasuke.

Lo miró con sorpresa y sonrió, para luego moverse y dejarle pasar mientras avanzaba. Él la miró con curiosidad ante su actitud y entendiendo que ella pensaba que venia a ver a cualquier otra persona. Y ahora sonrió él.

Oh, inocente.

- Hinata, vengo a verte.

Ella se detuvo, incrédula y poco acostumbrada a la atención que últimamente estaba recibiendo.

- ¿sucede algo?

- Quería saber como seguías – contestó – y llevarte al hospital.

La luna y la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora