Capítulo 5- "Sobre avalanchas de mariposas"

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Angeline

Como era de esperar papá está muy enojado, tanto así que esta semana recibí mi primer castigo. Ser obediente a las reglas que me eran impuestas a lo largo de mi vida nunca fue una tarea difícil sin embargo, y aunque causó una grieta en mi corazón el ver la mirada decepcionada de mi padre, cuando a la mañana siguiente al paseo me hizo sentar frente a él en la mesa, para definir mi castigo; mentiría diciendo que me arrepiento de por primera vez en 18 años haber incumplido las reglas.

Ya ha pasado una semana de mi primer y gran falta, y como toda señorita ejemplar he cumplido a rajatabla la demanda de mi padre.

Durante el siguiente mes me veo obligada a ser acompañada por papá a la pastelería y cuando mi jornada laboral termine debo volver directo a casa y no moverme de ahí, también tengo prohibido recibir visitas, pues según mi padre la compañía de Amelia y Tobby fue la influencia que necesité para pasar por encima de su palabra. Por lo que no tener contacto con ellos durante este mes, es su forma de hacerme entender que no debo seguir a mis amigos en todo aquello que hacen.

Sobra decir que extraño mucho mis charlas con Lia mientras vuelvo a casa y tener alguien con quien compartir más que la acción rellenar tazas de café y ofrecer una bolsa extra para llevar la porción de pastel olvidada en su plato. Mas no puedo quejarme pues el gran movimiento que ha habido en “Le Pastrie” no ha dado tregua al cansancio.

Por otra parte me siento como esas heroínas en los libros y me es imposible apartar de mi mente la charla que compartí con el señor Clarckson en la feria. Nathaniel es una persona que consigue despertar la parte más curiosa de mi mente, y revolucionar mis sentidos sin intentarlo siquiera. Pensar en él se ha convertido en una actividad común en mi rutina diaria. Me es imposible no plantearlo en mi mente como puzle difícil de resolver, pues algo me dice que su personalidad es mucho más compleja de lo que en realidad deja ver.

“A fallarle a quienes amo” fue su respuesta a la interrogante que yo le devolviera sobre el mayor miedo que tiene en su vida. Y es que por lo poco que he logrado conocer de él y lo que escuchas en el pueblo creo que trabaja en que su mayor miedo sea imposible de cumplir. Nadie podría considerarse decepcionado de un joven que antepone a su libertad y diversión el bienestar y felicidad de su madre y hermanas.

Yo por mi parte, solo espero tener la oportunidad de descifrar más del enigma en que se ha convertido para mi Nathaniel Clarckson.

Un enigma peligroso, se podría decir ahora que estoy en la trastienda dejando caer un poco de agua sobre la quemadura que brilla sobre mi antebrazo. Estaba tan abstraída en mis propios pensamientos que no me fijé en el sitio donde me apoyaba y termine dejando mi piel en contacto con el ardiente metal de la cafetera favorita de la señora Backery.

Ya con un pequeña venda que el dueño de la pastelería ayudó a colocar alrededor de la zona afectada, me dispongo a incorporarme nuevamente al trabajo, procurando concentrarme en no cometer más errores que conlleven daño físico.

Aunque al parecer el destino y mi cuerpo tienen ideas distintas, cuando al entrar al salón principal, mi estómago es atacado por una avalancha de mariposas, de las que describen en las novelas, al ver la persona que se encuentra sentada en una mesa junto a la ventana y que desde su posición no alcanza a detallarme. Ahí, a pocos metros de mi, se encontraba Nathaniel Clarckson, con toda el aura de misterio y masculinidad que le rodea siempre.

-¡Oh Angeline!- dice la señora Irene llegado agitada hasta mi- Que bueno que llegas ya, se han terminado las tartaletas de moras y debo ir a asegurarme que las del horno no demoren en salir. Encárgate de atender las mesas por mi, querida.- pide mientras ya camina apresurada a la tras tienda.

A 13 Otoños de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora