Su cuerpo se iba transformando lentamente en piedra gris.
-Vete, antes de que me transforme del todo - pidió ella. - No quiero que me veas así.
-Ámbar, no pienso dejarte atrás. No deberías haber venido, para empezar - protestó el Doctor.
-Fue mi decisión. Mi mente se expande, quería un lugar donde reposar el cuerpo... yo, se lo pedí a la Tardis - confesó Ámbar.
-!¡¿Qué tú hiciste qué?!! - exclamaron a dúo los Doctores.
La petrificación se extendía más, ya le llegaba casi a las rodillas.
Menos mal que estaba sentada, pasar la eternidad de pie, le parecía agotador. Aunque su cuerpo pétreo no sintiera nada.
Con la mente, podría llegar a cualquier lugar. Tal era su poder.
Los Doctores se miraron, consternados.
-Esto no está bien. No debería de pasar - dijo el Doctor de zapatillas rojas.
-Lo ha decidido ella, y nos ha dejado al margen - contestó el otro, amargamente.
-¡No es justo! - exclamó el Doctor.
-No, no lo es. Despidamonos de ella, al menos, se lo debemos - dijo el Doctor de negro, sintiéndose tremendamente viejo.
Ámbar esperaba paciente, como la piedra en la que se convertia.
El Doctor, con quién tantas aventuras había vivido, se acercó. Las palabras eran innecesarias, los dos sabían lo que el otro pensaba. El labio del Doctor, temblaba un poco, cuando depositó un tierno beso en la frente de Ámbar.
El otro Doctor, puso en sus manos, un bastón de piedra. Ella lo asió frente suyo, en una pose alerta y relajada a la vez.
-Este es el último adiós, supongo - dijo su Doctor triste.
-Doctor, gracias. Hay algo que debo pedirte. - añadió Ámbar - Aunque yo este aquí, atrapada, quiero que me prometas dos cosas:una, que combatiras a los ángeles llorosos, no importa si los engañas o si los tienes que expulsar de la realidad misma;cuando lo hagas, acuérdate de mi. No dejes que te tiemble la mano. Piensa que al menos, el toque de la niebla ya no mata de inmediato, pues este es el trato que he hecho, que los enviarán al pasado, a través de mi, así mi mente podrá vivir en todas las épocas, y mi cuerpo reposará aquí, a salvo por fin. Y dos, vuelve otro día, vuelve y cuéntame una historia. Déjame ir.
-No podré volver, las líneas temporales son inestables y... - el Doctor dejó la frase suspendida, pues la conversión a piedra había llegado ya a su cabeza, poco después, hasta sus ojos se tornaron en piedra -... Lo prometo.
Ámbar, ya transformada por completo, suspiró para sus adentros. Fue de estatua en estatua, confiriendoles un poder nuevo, todas sus mentes conectada a ella. De su espalda brotaron dos alas de piedra, cada pluma cincelada a la perfección. Era como un transmisor pétreo.
El primero en irse fue el Doctor de abrigo largo, con las manos en los bolsillos, cabizbajo, ajeno a lo que se encontraba a su alrededor. Gracias a Ámbar, los ángeles les habían perdonado la existencia, por esta vez.
El Doctor viejo vio a su yo joven marcharse, no se despidieron, no había necesidad. Cuando estuvo seguro que estaba solo, se arrodilló frente a la estatua que hasta hace poco había sido su amiga, inclinó la cabeza como rezando, pero lloraba. Por ella, por él, por las lágrimas que no derramó en su momento, por todos los que había perdido. Tantas vidas.
Tanto rato estuvo allí, qus semejaba una estatua más. Posó los dedos sobre el cayado pétreo, tan sólo un toque leve, tenue, etéreo.
Se levantó al fin y aún estuvo contemplando a su amiga mucho rato;luego, sacó una bufanda muy larga y de muchos colores, de un bolsillo, y se la puso a la estatua alrededor del cuello. No porque pensara que la piedra pudiera sentir frío. Lo hizo como ofrenda.
Al final, él también se marchó. A su alrededor el viento susurraba:"adiós, Doctor, gracias".
La piedra suspiró de nuevo, y en su cara se dibujó una tenue sonrisa.
El Doctor había cumplido su promesa.- FIN -
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La Voz de los Ángeles
FanfictionUna misteriosa niebla emerge en algún punto de la ciudad... El Doctor (10) y Ámbar se ven envueltos en una extraña situación... La Tardis no puede aterrizar del todo, Ámbar es expulsada de esta, por su seguridad, hasta que encuentra al Doctor, solo...