Desanduvieron el camino hasta los lavabos de señoras. Todo estaba desierto, no se cruzaron con nadie, las tiendas vacías, silenciosas. Ni siquiera se habían molestado en apagar las luces o cerrar;simplemente habían huido dela niebla, los afortunados. Pues la niebla ya no precisaba de ellos, había encontrado una víctima más suculenta. Ya no convertía, solo mataba. Los cuerpos jamás se encontraron.
-Has redecorado - comentó Ámbar al entrar.
-¿Te gusta? - preguntó el Doctor abarcando en un gesto toda la Tardis. Todo a la vista, obvio.
-Tiene más espacio - dijo Ámbar - tenga el aspecto que tenga, siempre es magnífica.
La Tardis ronroneó satisfecha. El Doctor, suspiró tenuemente. Algunas cosas no cambiaran nunca.
Se acercó a los paneles de control, seleccionando los botones adecuados, fijando las coordenadas.
-¿Lista? - preguntó él, con la mano en una palanca.
-¿Dónde vamos? - preguntó Ámbar.
Conocía a su Doctor, este pese a ser el mismo, era distinto. Diferentes personalidades, siempre se sentía rara cuando estaba con él.
-Vamos a ver dónde se originó la niebla - respondió el Doctor, asiendo mejor la palanca.
Ámbar asintió con la cabeza, la boca seca de repente. Él bajó la palanca y la Tardis comenzó a calentar motores. Pronto ya no estarían allí.
El Doctor, que no paraba quieto, pasó por detrás de ella, y sin que se diera cuenta, le sustrajo el móvil, que llevaba en un bolsillo trasero del pantalón. Por fortuna, asomaba un poco.
Ámbar, por su parte, jamás se cansaba de ver y oír a la Tardis, siempre era un placer, cada vez diferente. Un sitio distinto, algo nuevo que ver y aprender.
Notó como el Doctor le quitaba el móvil.
-¡Eh, eso es mío!, ¡Doctor! - exclamó la chica indignada.
Él, la ignoró, cogiendo el teléfono con los dedos pulgar e índice, haciendo pinza. Lo alejó de ella, dándole vueltas con una mano, examinandolo exhaustivamente;de color negro, gran pantalla táctil, un móvil corriente vamos. Con un gesto, lo introdujo en una ranura, en la consola de la Tardis.
-No lo necesitas, vamos. - dijo el Doctor, dándole un golpecito en la mano cuando ella intentó alcanzarlo - No, no, no, chstk - chasqueó la lengua, mientras le decía que no con un dedo.
Vencida, Ámbar se separó de la consola, las manos a la vista.
El Doctor se acercó sonriendo, parecía más triste de lo habitual. Se recuperó pronto, agarró a la chica y salieron.
Fuera el día era gris, sin sol visible, tapado por las nubes. Estaban en una vasta pradera, con hierba corta y verde, salpicada por numerosas florecillas blancas, hasta dónde alcanzaba la vista. Al fondo se difuminaban unas distantes montañas azuladas.
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La Voz de los Ángeles
FanfictionUna misteriosa niebla emerge en algún punto de la ciudad... El Doctor (10) y Ámbar se ven envueltos en una extraña situación... La Tardis no puede aterrizar del todo, Ámbar es expulsada de esta, por su seguridad, hasta que encuentra al Doctor, solo...