-¡Espera!, ¿y Ámbar? - preguntó el Doctor de abrigo largo, mirando a su alrededor.
-¿Tú qué crees? - contestó el otro Doctor, señalando hacia el bosque.
-No. Ella no lo haría...
-¿Seguro?
-No... - suspiró el Doctor quedamente. - Si, es justo lo que haría.
Una mujer anciana se acercó a ellos, en sus manos llevaba un bastón de piedra, bastante grande. Se lo entregó al Doctor de traje negro, con una leve inclinación de cabeza.
-Cuando un Cincelador desaparece, otro a de tomar su lugar. Lamento vuestra perdida - dijo la anciana con voz cascada por la edad.
-No está perdida, la encontraré - dijo el Doctor de corbata roja, con fría determinación. - ¡Y tú, apartate de mi vista!
El viejo Doctor se hizo a un lado, dejándole paso, pero lo siguió cuando se internó en el bosque. A penas había dado un par de pasos, cuando se giró hacia la mujer y le preguntó:
-¿Cómo se llama este bosque?
-No tiene nombre. Es simplemente el Bosque. Algunos lo llaman Primigenio, pero es sólo un título, no significa nada, no aquí.
El rostro del Doctor cambió, asombrado, así que era el Bosque.
Finalmente se adentró en sus secretos, cavilando. No era especialmente difícil seguirse el rastro, de todas formas, recordaba el camino.
Anduvo lentamente, meditando con sumo cuidado. De vez en cuando, un jiron de niebla aparecía tras un recodo, la evitaba dando un rodeo.
El camino terminaba, al fondo había un asiento de piedra, vacío, iluminado por unos haces de luz que atravesaban el follaje de forma misteriosa. Ámbar lo sintió antes que verlo. Lo oía cantar en su cabeza, aliviando su dolor.
Otra voz siseaba cerca, era la niebla, ávida de la vida que nunca podría tener. A no ser...
Una idea loca empezó a formarse en su mente;sabía que podría funcionar. Llevaba toda su vida(con el Doctor, se entiende), preparándose para este momento. Desde el día que pisó el hospital, que lejano le pareció ese día, y todos los posteriores. La disciplina con los Monos Shaolines, si, increíble;las aventuras en las Tierras Salvajes, tantos días, y todos conducían aquí.
Acarició el asiento con dos dedos, estaba frío, a pesar de la luz cayendo sobre él.
Le atraía, le tentaba con su canción. No vio el esqueleto pequeño, como de un niño, que yacía a pocos metros, oculto entre unos arbustos.
La niebla se arremolinó alrededor suyo, hablándole quedamente.
Aquí y allá, surgían volutas de humo, en formas caprichosas, señal de que la niebla escuchaba atentamente.
El Doctor corría a través del bosque, acelerado el pulso;la fronda misma parecía ponerle trabas, tales como troncos caídos, ramas que le azotaban el rostro, espinas en los matorrales;pero el Doctor corría sin detenerse.
En lo profundo del bosque, halló a la chica, la rodeaba una niebla misteriosa, susurrante, la luz la iluminaba. Era una escena surrealista.
-¡Ámbar, no! - exclamó el Doctor, cuando ella se sentó en el trono de piedra.
Por un momento, Ámbar lo miró, estaba triste pero resuelta. No podría hacer nada y ambos lo sabían.
-¿Qué has hecho? - preguntó su Doctor acercándose cauteloso, una mano en el bolsillo de su chaqueta, presto para sacar el destornillador sónico.
-He cerrado un trato.
-Lo que sea que has hecho, no, no puedes hacerlo... Ahora no. Hoy no-replicó el Doctor impotente.
-Por favor, es la única manera - dijo la chica con lágrimas en los ojos.
Otra figura entró en escena, con paso mesurado, atento a la niebla. El Doctor de negro.
-Resiste. Dame la mano, te pasaré algo de energía de regeneración, debería de ser suficiente para eliminar el parásito - dijo el recién llegado, extandiendo la mano.
La energía dorada comenzó a salir del Doctor, que mantenía el ceño en fruncido perpetuo, concentrado.
-No puedes hacer eso - protestó débilmente el Doctor.
-Tú no puedes, yo si. Ahora calla.
-Para, me quema - sollozó Ámbar.
-Un poco más - dijo el Doctor sin aflojar.
-Por favor...
El flujo de luz fue menguando hasta remitir del todo.
-¿A funcionado? - preguntó el viejo Doctor ansioso y esperanzado.
-No. Aún lo siento dentro de mi - contestó Ámbar.
El Doctor dió una vuelta sobre si mismo, muy enfadado, mientras intentaba discurrir una solución.
-No pasa nada, Doctor - dijo la chica sosegada.
-Si que pasa, no quiero perderte - contestó el Doctor de traje azul.
-Puedo contenerlos. Lo sé - dijo Ámbar.
![](https://img.wattpad.com/cover/234194237-288-k117988.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La Voz de los Ángeles
FanfictionUna misteriosa niebla emerge en algún punto de la ciudad... El Doctor (10) y Ámbar se ven envueltos en una extraña situación... La Tardis no puede aterrizar del todo, Ámbar es expulsada de esta, por su seguridad, hasta que encuentra al Doctor, solo...