Capítulo doce: Carácter.

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«Habilidad: Percepción I»

«Permite al usuario detectar el nivel de poder de un solo enemigo por vez, reconocer ciertos objetos mágicos y el tipo de habilidad solo si se tiene contacto directo con estos y se es de un rango de nivel menor, igual o mínimamente mayor. Adicionalmente, esta habilidad bloquea el efecto de entes ajenos al cuerpo solo si el usuario lo desea. Habilidad de nivel básico»

No entendía a mi sistema. No entendía la lógica de Lu. ¿Me daba una habilidad luego de recibir una paliza? ¿Todas mis habilidades tendrían que provenir de algún trato dañino a mi cuerpo?

Porque no debía olvidar que la habilidad "Resistente al sol I" nació por todo el tiempo que pasé quemándome y partiéndome el lomo bajo el sol. Ahora había obtenido "Percepción I" un segundo después de recibir un puñetazo de esa extraña energía que rodeaba el cuerpo de Maddox.

– ¿Qué desean comer? – preguntó una sonriente camarera, mirando con un aire coqueto a Arthur.

No habíamos hecho mucho desde el incidente de anoche. Arthur había curado mis heridas lo mejor que pudo, debido a que lo que Maddox me hizo parecía algo más que un simple golpe, y me hizo beber un menjunje raro de color morado que prácticamente le escupí en la cara porque, obviamente, no me iba a tomar una cosa tan asquerosa y rara. Y, aunque negué la mayor parte, Arthur consiguió colar un poco en mi garganta ante mi lamentable estado luego de pasar un par de horas negándome a ser atendido. Sin duda alguna, ese último puñetazo había hecho algo en mí que mi cuerpo fue incapaz de manejar.

Aun así, a la mañana siguiente me sentí mejor y partimos al pueblo más cercano, viajando prácticamente todo el día, aun ante la ausencia de Maddox. Cosa que no pudo importarme menos, por mí que se quedara a vivir en ese estúpido bosque.

Ya era bastante tarde, así que Arthur decidió que sería mejor pedir algo de comer en el pequeño hotel en el que nos refugiaríamos hoy debido a la tormenta que se avecinaba. Y heme aquí, pensando demasiado las cosas, en lugar de simplemente seguir con mi vida.

– Una ensalada de manzana y nueces, por favor. – me miró, sacándome de mis cavilaciones. – ¿Para ti, Carbón?

– Lo que sea está bien. – Arthur se me quedó viendo nuevamente con esa sonrisa forzada que me dedicó cuando me negué a tomar su trozo de pan. Ahogué un gruñido de exasperación y, sin encararlo, aclaré. – Algo natural, que no tenga especias raras o alguna salsa. – me mordiqué nerviosamente el labio antes de añadir. – Y... que sea dulce.

– Puedo recomendarle una ensalada de frutas helada, es lo más natural que tenemos. – me habló directamente la sonriente muchacha. Si no lo supiera, creería que estaba interesada en mí, pero aquello era claramente imposible. Nadie se interesó nunca por mí, nadie salvo Sofie...

– Pedirá esa, muchas gracias. – aún cuando la camarera se retiró, Arthur no apartó la vista de mí un segundo. – Te le quedaste viendo fijo mucho tiempo, hay que practicar eso. – murmuró lo último para sí mismo.

– Quiero preguntarte algo. – tragué saliva, aun sin encararlo.

– Adelante. – distendió una suave sonrisa.

– Cómo... ¿Cómo me encontraron? ¿Cómo saben...? No entiendo. – me frustré, no sabía como preguntarle lo de ayer. Cuando Maddox mencionó aquello, cuando me soltó esa mierda de Emily. Yo solo quería que se callara, porque no sabía nada, pero no pude evitar preguntarme, ahora ya más calmado, ¿Cómo se había enterado de eso?

Sin embargo, Arthur pareció comprender.

– Oímos rumores acerca de que los Parker habían ocultado esclavos y los mantenían aislados en las regiones más remotas de sus sectores. Con el tiempo logramos infiltrar aliados, movimos hilos y conseguimos lo que queríamos. Un poco tarde, pero lo hicimos. Lo siento. – su disculpa no me causó nada, aunque supongo que solo lo hacía por cortesía. – Durante ese tiempo, los más allegados a la casa Golden y Prymer nos notificaron de algunos sucesos "particulares" dentro de las instalaciones. Rumores que nadie supo si tomarse en serio o no, pero, cuando supimos que planeaban hacer una crucifixión... Bueno, entenderás que no pudimos más. – desvió la mirada, como si aquello le provocara cierta vergüenza. – Bárbara... ¿Recuerdas a la mujer que te salvó?

The crack: Mi sistema fracturado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora