¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si el mal se apoderase del cielo?..
Siempre vemos a los buenos ganar y al malo recibir el castigo que creemos puede merecer... ¿será lo mismo esta vez?
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—Qué adorable niñito... Sus cachetes son tan grandes y lindos —susurró al parecer para si misma alguien de apariencia infantil de un promedio de 9 o 10 años, mientras con una expresión tierna en su rostro estrujaba suavemente las mejillas de una persona, notablemente más adulta que ella, la cual demostraba estar en una especie de trance.
Luego de unos minutos realizando la misma acción al más alto, embelesada, el mencionado pareció salir de ese estado inmutable en el que anteriormente se encontraba.
—¿Qué? —soltó en un tono que denotaba una mezcla entre confusión y susto, especialmente susto porque al volver a su estado consciente, lo primero que viera fuera una niña jugando con su cara. —¿Quién eres tú? —preguntó ahora más serio quitando las manos de la pequeña de encima y alejándola un poco, permitiéndose tener un mínimo de espacio personal.
—Vaya, que serio. Entiendo que estés confundido, pero al menos no seas tan brusco para preguntar... —dijo pausando un momento para hacer un pequeño puchero, sin embargo, volvió a su expresión alegre. —Te explicaré todo y resolveré las dudas que tengas, Dariel, pero te pido que por favor lo tomes con calma, me dejes hablar y no vayas a formar un escándalo. Aunque, bueno...tampoco es como que alguien aquí, además de Pedrito, pueda escucharte. — el último comentario había aumentado la confusión del albino, sin embargo, sólo se limitó a guardar silencio y asentir levemente con su cabeza indicando que le dejaría paso a que diera su explicación.
—Perfecto, ¿ves que dialogando tranquilamente nos entendemos mejor a que si te alteras? —preguntó retóricamente para proseguir —En fin, empezaré por presentarme; mi nombre es Anahera, es un placer conocerte en persona, Dariel. Te preguntarás cómo sé tu nombre, y bueno, lo que sucede es que yo llevo mucho tiempo observándote ¡sé muchas cosas sobre ti! —paró un momento para esbozar una sonrisita al de cabellos blanquecinos —Pero eso no es demasiado relevante ahora; quieres saber en dónde estás, ¿no?; por si no es muy evidente te encuentras en la fila para entrar al cielo, normalmente la gente aquí debe esperar a que llegue su turno. Sin embargo, tienes la suerte de que me caes bien así que te ahorraré unos años de más y te llevaré conmigo al paraíso ahora mismo. Seré algo así como tu guía—dijo en un tono animado para concluir su rápida explicación y tomarle del brazo.
Estaba en... ¿el cielo?, eso le había dejado bastante atónito haciendo que las palabras de la pequeña niña resonaran en su cabeza e hicieran que se hundiera en sus pensamientos, si estaba en el cielo técnicamente entonces había muerto. Tragó saliva de forma no tan evidente, aún quería preguntarle varias cosas a la contraria, mientras todas sus dudas rebotaban en su mente veía a la más baja en silencio por unos segundos.
—Okey, creo que entendí todo bien hasta el momento, pero tengo algunas dudas... —dijo el albino.
—Adelante, responderé todas las dudas que tengas en el camino. —articuló con su característico tono animado.
Dariel soltó un bajo "está bien" a la par que se agarraba de la más baja viendo como esta abría de la nada alas de su espalda y daba un pequeño impulso para hacer que estas comenzaran a aletear y así poco a poco despegar del suelo, esto le había sobresaltado un poco ya que no notó antes la presencia de estas, seguramente las había escondido bastante bien.
Una vez se estabilizó la capacidad de vuelo de Anahera, el que se sujetaba de esta con firmeza comenzó a hablar.
—Primero quisiera saber, si estoy en el cielo quiere decir que he muerto, ¿no es así?, quisiera saber cómo morí ya que no recuerdo nada más allá de mi nombre —preguntó Dariel diciendo lo último un poco desanimado, aunque le generaba curiosidad, también pensaba que era una lástima haber muerto tan pronto, él quería haber seguido viviendo.
—¡Sip! Estás muerto. Sin embargo, una vez pasemos por esa puerta podrás recuperar tus recuerdos si así lo deseas. —dijo mientras le dedicaba una sonrisa y señalaba al gran portón que cada vez se veía más cercano.
—Oh, está bien —eso le reconfortaba un poco al de ojos azulados, odiaba tener ese sentimiento de estar perdido— también quería preguntarte otra cosa... ¿eres un ángel o algo por el estilo?
—Soy un querubín, tengo más alas que estos, pero no tengo permitido mostrarme como tal, para no formar mucha controversia, así que las escondo, por eso parezco un ángel —respondió pareciendo casi de una forma automática, como si ya estuviera esperando esa pregunta y tuviera ya una respuesta formulada. Esto le causó un poco de gracia al contrario y sólo se limitó a soltar un pequeño sonido para hacerle entender a la de ojos amatista que había entendido.
Aún sentía que no estaba totalmente consciente de dónde se encontraba y toda la situación que pasaba el joven, sin embargo, se sentía más calmo ahora, por lo que sólo se limitaba a admirar la belleza gráfica que sus ojos se deleitaban de visualizar. Este constaba del inmenso cielo azulado junto con lindas nubes de diferentes tamaños y curiosas formas, teniendo reflejadas en ellas unas que otras tonalidades color crema y rosa leve gracias al sol que parecía camuflarse tras de ellas, pero igualmente pese a estar escondido, seguía siendo tan brillante como siempre y nunca quedándose atrás, teniendo su propio protagonismo como en cada paisaje que las personas podían admirar, pintar o fotografiar. Se sentía literalmente en el cielo, y vaya que sólo era una pequeña prueba de lo que aún siquiera faltaba por ver.
[...]
Luego de unos minutos llegaron a lo que a simple vista parecía unas pequeñas escaleras que llevaban a un gran portón hecho a base de howlita y brillante oro, aparentemente tenía pequeñas incrustaciones de rubí que brillaban cada tanto. Esto para Dariel era simplemente impresionante y precioso, al lado de este había un pequeño podio junto a una silla que se veía bastante extravagante, sin embargo no le quitaba su esplendor.
En este se encontraba un señor con barba de cabellos oscuros, probablemente tendría unos cuarenta o cincuenta años en promedio; se veía con algunas ojeras bajo sus ojos, probablemente por la vejez.
—¡Pedrito! ¡hola! ¿Cómo vas con el trabajo? —dijo en forma de saludo animadamente al mencionado.
—¿Hmm? oh, hola Anahera, voy bien ¿y tú? ¿Quién es tu acompañante? —saludó en un tono animado, sin embargo más calmado al de la pequeña mientras miraba hacía el albino a su lado.
—Me alegro, se te ve bien, yo estoy haciendo de guía a un alma nueva que llega al cielo, perdón que te la robé, quería mostrarle el lugar yo misma —respondió con orgullo al decir guía —¡Cierto!, qué descortés de mi parte no presentarlos. Dariel, él es Pedro, más conocido como San Pedro; Pedro, él es Dariel. — dijo con una sonrisa presentándoles.
El joven se sorprendió al percatarse de que estaba viendo al mismísimo San Pedro, por lo que con una pequeña sonrisa tímida le asintió la cabeza para luego darse la mano.
—Es un gusto conocerle.
—Igualmente, Dariel, será un gusto para el cielo recibirte. Por favor, disfruta de estar aquí —esbozó una pequeña sonrisa el hombre de barba luego de responderle.
—Bueno, fue un gusto verte, Pedrito, pero tenemos que irnos. —dijo entrometiéndose la más baja de los presentes, para despedirse con la mano al igual que el de ojos azules y marcharse para subir por esas escaleras transparentadas.
Una vez llegaron al frente del gran portón Anahera lo abrió con cuidado dejando ver lo que había detrás de este
—Bienvenido al cielo, Dariel. —
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☁︎𝓑𝓲𝓮𝓷𝓿𝓮𝓷𝓲𝓭𝓸 𝓪𝓵 𝓬𝓲𝓮𝓵𝓸☁︎
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si el mal se apoderase del cielo?.. Siempre vemos a los buenos ganar y al malo recibir el castigo que creemos puede merecer... ¿será lo mismo esta vez? . . . __________________||___________________ ✓Los per...