Capítulo 6

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Laia suspiró profundamente. No lo soportaba, nada de nada.  No las soportaba. Se creían que podían hacer lo que les daba la gana._ Intentó esbozar una sonrisa.- No funcionaba. 

Alfred y ella se habían encontrado con "ellas", las "inombrables", las "reinas", o como ella misma pensaba: "conejitas en peligro de extinción", pero si se acercaban más, si daban un paso más, ella...

La chica que se estaba dirigiendo al rubio comenzaba a hablarle con una sonrisa tonta en el rostro, ¡y no lo soportaba!

No soportaba su manera de hablarle,  no soportaba su manera de mirarle y ni mucho menos le gustaba su manera de flirtear con él. ¡De ninguna manera iba a permitir eso! ¿Pero cómo se atrevían? ¿Que acaso no se tenían amor propio o qué?

Nooooo...para nadaaa..como se creían las reinas del Mambo... no les importaba lo que les pueda suceder a sus dulces y monos rostros, ¿verdad?

Alfred y las jovenes muy próximas a él se sobresaltaron; Laia reía, reía y reía pero de una manera tan histérica y macabra que daba miedo e incluso ganas de llamar a las autoridades. Aún riéndose, Laia clavó una profunda mirada de odio a las chicas que se encontraban junto con su novio. Segundos después, cierto puño de cierta dueña de cierta risa histérica y macabra fue a parar a la mandíbula de la primera chica que flirteaba con Alfred. Y así empezó una lucha en la que Laia parecía masacrar a sus oponentes, que lo único que hacían era llorar y lamentarse mientras les daban la paliza de su vida.

El timbre resonó en los oídos de los tres jovenes, y Alfred, que hasta entonces se había quedado en segundo plano, aprovechó para acorralar a Laia entre sus brazos y la pared. Ella intentó zafarse, pero no se lo permitió. Estaba cometiendo una locura, y no era la primera vez, sabía que ella no pararía por su propia cuenta.

—¡Laia!¡Déjalo ir! — le gritó —¡No quiero que le hagas daño a nadie más!

—¡No! ¡Ellas son malas! ¡Te quieren a ti...!
—Creo que ya les has dejado claro que no se nos acerquen más, ¿vale? Venga acércate.

La joven asintió y se acercó un poco al rostro de Alfred, hasta lograr sus labios se rozasen.

—...y por eso estamos aquí —terminó de relatar Laia.

Estaban en la enfermería,  donde se habían encontrado con María y Jonathan a punto de salir de ésta. Ambos se habían visto obligados a escuchar la anécdota.

—Bueno,  ahora entiendo porqué hay una chica tumbada en la camilla —observó Jonathan

En efecto, una de las chicas había sido arrastrada por la pareja hasta allí,  con la escusa de que si no se podría chivar a profesores. A Laia eso no solía importarle, pero a Alfred sí. Ahora la chica los miraba -más bien a Laia- aterrada. La pobre se habría llevado el susto de su vida.

—Tsuki, me pareceque al final no te podré enseñar ese bonito lugar...—se quejó Jonathan

La aludida se rió un poco y sonrió divertida:

—No te preocupes, otra vez será— se giró hacia los tres desconocidos que los miraban expectantes— es una historia muy fascinante esto...eh...

—Laia

—¡Laia! Eso, eh... me encantaría ayudaros. E-En lo que fuera...

—Coge el cuerpo y escóndelo en algún lugar lejano donde los profesores no lo encuentre nunca.

—¡No! Por favor...no más golpes, seré tu amiga...—suplicó la chica.

Jonathan sonrió de forma amarga:

—Los amigos están sobrevalorados en esta sociedad.—luego volteó la cabeza y dió un salto del susto— ¡JODER! Si ya es la hora..., Tsuki, ¿que tienes ahora?

—Ah...es verdad, es tarde, pues tengo Tecnología. O tenía, no me importaría coger un justificante para saltarme clases...

—Bueno, me voy, ¡nos vemos luego!

—A-adiós.

—¡No pienso ver eso!—se negó April, en clase de biología.

—Venga...es sólo un documental...—intentó tranquilizarla la profesora de la asignatura—...que alguien la haga entrar en razón...

Un chico de la fila de atrás gritó:

—¡Venga April! ¡Es sólo un documental sobre disección de animales! Juajuajuaa ¡Cobarde!

—¡Cobarde tu madre!—replicó esta.

La profesora, viendo que la intervenció de alumnos en un caso como éste no servía de nada, sedió por vencida:

—Puedes salir de clase April, PERO, me tienes que hacer un trabajo, ¿vale?

—¡Bien!

Una vez fuera, decidió irse a la biblioteca, al fin y al cabo, tenía un trabajo, que hacer...

—¡Señorita! ¡Si, USTED!—gritó el profesor Manuel—no debería estar aquí...¿no tiene clases?

NA: ¡Hoooooolaaaa gente! ¿Que tal os va? Yo aquí de exámenes para la segunda evaluación...ja.ja.ja... los profes merecen la muert-... ¡UN GUISO! Eso, un guiso, se merecen un guiso.
Este capítulo va dedicado a... ¡michiistar18 e Irene_Rubii! ¡Este capítulo va dedicado a vosotras! Y el bonus que viene luego, jujujuuuu... En serio, he escrito este capítulo muchas vecesss...
Curiosidad: al principio Jonathan y María pillaban a Laia dando una paliza a las dos chicas, pero al final he decidido que no, uff, cosas de la vida. 
¡Nos vemos en el Boonus!

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