capitulo nueve

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Hinata tomaba la red para guardarla, terminando de ordenar la cancha, Kageyama le esperaba con paciencia. Ese día no le tocaba ordenar, pero aun así esperaba al pelinaranja con paciencia. Se negaba a dejar al contrario solo, además de que no quería despedirciar ningún minuto, quería estar tanto tiempo posible que todas sus risas queden guardadas en el. Quería conservar cada pequeño pedasito de su existencia.

Le estaba comenzando a aterrar el futuro, la idea de que el tiempo se terminaba le estaba ahogando. Sabía que después no lo volvería a ver nunca mas.

_. Si te vas a quedar ahi viéndome como un idiota, minimo podrias ayudarme un poco.─Decía enfadado, Kageyama terminaba su cajita de leche con calma.

_. Respeta tu día. A ti te toca limpiar hoy.─Hinata bufó molesto.

_. Digo que tal vez serias tan amable de ayudarme ya que estas aquí.

_. Nah, prefiero observar como sufres─Bromeó.

El pelinaranjo continuó de mala gana, logrando terminar rápidamente en unos quince minutos, obvio que se quejó en el trayecto que cerraba el almacén de objetos. Volvió preparándose para escuchar las burlas del pelinegro, pero su enojo desapareció al ver al colocador tranquilamente dormido, en el suelo del gimnasio, se agachó lo suficiente para acercarse.

Había notado en aquellos días la falta de sueño evidente en su rostro. ¿Que le estaba ocurriendo?

_. Hey... Idiota.─Dijo suavemente tratando de moverlo. Ojalá tener un fibron para dibujarle un gran bigote en su rostro, pensó_. ¿Porque te ves tan triste?─Susurró, sabiendo que no era escuchado_. Mañana te dolera la espalda, Kageyamaaah.─Habló con un tono más fuerte, logrando despertarlo, recibiendo una mala cara de Tobio_. Ya era hora. ¿Vamos?─Extendió su mano para ayudarlo a levantarse, la cual aceptó sin problema. Le miró extrañado al ver que Tobio no había soltado su mano.

Pero tampoco la sacó.

Kageyama no era tan tonto, el se había dado cuenta como ocultaba siempre que le trataba de ayudar, siempre estuvo para el en sus ataques de panico, fue el encargado de eliminar sus inseguridades. Otra vez volvía a ponerse mal, Shoyo había logrado salvarlo de tantas cosas, y el no había logrado ni lo mínimo por el.

Tal vez... en estos momentos el también estaba necesitando ayuda de alguien.

_. Ven a almorzar a casa.─Soltó derrepente, tomando desprevenido al más bajo, hasta el momento aun no había conocido su casa tampoco.

──¿Enserio?──Preguntó emocionado.

_. No, te pregunte para ir a caminar en la playa.─Respondió sarcasticamente_. Si, te estoy invitando a mi casa Hinata.

_. Hey, lo de ir a pasear a la playa no suena tan mal igualmente.─Sugirió.

_. Hinata. En nuestra ciudad no hay playas.─ Golpeó la cabeza del contrario, haciéndolo razonar por una vez en su vida_. ¿Y bien? ¿vienes?¿o no quieres?

_. ¡si quiero!─asintió emocionado, aún con la unión entre sus manos.

Su palma encajaba perfectamente con la suya, como si fueran destinados a estar así.

 Su palma encajaba perfectamente con la suya, como si fueran destinados a estar así

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the reason of your why [Kagehina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora